"Cada vez me subleva más oír la palabra 'brujas" porque son leyendas que en realidad ocultan a mujeres maltratadas", decía ayer en el club FARO la escritora Luz Gabás en su charla sobre "Amor y brujería". Presentada por el periodista de Onda Cero Rubén Rey, la novelista insistió en la manipulación histórica que esconde esa asociación de brujas con curanderas, matronas... "Eran consideradas el sexo débil y por tanto más susceptible de ser tentado por el diablo", dice ella.

Al fondo de la entrevista que le hizo Rey, su última novela, "Regreso a tu piel", publicada por editorial Planeta tras el éxito de su 'opera prima', "Palmeras en la nieve". Este libro es, según dice, el resultado de una investigación que comenzó a partir de unos papeles encontrados en 1980 por el párroco de Lospaúles, en Huesca . "De cientos de folios - afirmó-, la mayor parte dedicados a gastos municipales, había dos muy especiales relacionados con ejecuciones de 24 mujeres acusadas de brujería que hubo en tan solo dos meses en el Alto Aragón en el siglo XVI".

Lo novedoso de su investigación reside en la exculpación de la Iglesia detrás de gran parte de estas ejecuciones, que fueron llevadas a cabo por los propios ayuntamientos. "En los papeles descubrí que no hubo juicios, ni preguntas, ni razones, ni causas, ni nada. Estamos hablando de un lugar muy pequeño y aquello suponía algo así como más de una mujer por casa. Lugo fui descubriendo que en Aragón y en Cataluña el 90% de los ajusticiamientos por brujería no fueron aplicados solo por la Inquisición sino por los consejos civiles, por los ayuntamientos, por los vecinos".

Acusaciones entre vecinos

La mayor parte de los ajusticiamientos por brujería tenían lugar , según contó, en el ámbito cotidiano, la familia, los vecinos?, que se llevaban mal, pero se empleó como arma política. Al menos esa es mi teoría. Aún tratándose de un sitio pequeño -dijo- fue el final, en el año 1590, de cuatro años de guerra civil entre dos bandos y con eso se acabó todo. Planteo que las ejecuciones fueron el chivo expiatorio para recuperar el orden civil y antes de ella hubo un lavado de cerebro y en un contexto social influido por el concilio de Trento y aquellos frailes que llegaban con sus 'pliegos de cordel' llenos de miedos y amenazas ante el más allá, pero fueron los munícipes quienes decidieron las ejecuciones".

Luz Gabás entronca en su novela con el mundo del siglo XXI, también creciente en todo tipo de esoterismos y que, según ella, presenta concomitancias con ese del siglo XVI que estudió por la sensación de un mundo que se desmorona, el miedo, la ansiedad por lo desconocido... "Lo esotérico siempre atrae porque te saca de la sota, caballo y rey, de lo cotidiano", dice.

En 1535 la Inquisición, cuenta ella, ya no estaba muy por la labor de ejecutar a gente, pero su ideología había calado en la sociedad y entonces los poderes civiles adoptaron su protocolo. Gabás no anda con rodeos: "La historia -afirma- es una ficción basada en hechos reales, y el contexto histórico fue así; otra cosa son las relaciones entre los personajes, que es de mi cosecha". Además, la idea "es plantear una reflexión desde el presente, terminar con los clichés y que se piense que fue una matanza indiscriminada y salvaje de mujeres".

De escobas, nada

Dice Gabás que donde ella vive (Anciles, junto a Benasque), circulan muchas leyendas sobre brujería, "pero me apetecía investigar la parte humana y sociopolítica que permitió que eso tuviera lugar y por qué en mi tierra fue un hecho legal y normal la ejecución de 24 mujeres. Por eso la novela huye de los clichés de brujas con calderos o volando con escobas y se centra en la parte política de los sucesos".

Esos sentimientos de odios, rencores y venganzas de su libro están bien vigentes hoy. "Con el libro -dice- quería dejar constancia de que estos hechos no sucedieron tan lejos; parece que las cosas malas pasan en otros sitios, pero no es así, el mal está en nosotros mismos".