El texto que rubrica la ponteareana Leticia Porto introduce un interesante debate sobre el potencial didáctico de los contenidos vinculados al dolor y la muerte para el público infantil. La autora afirma que "cuando pensamos en materiales audiovisuales infantiles solemos imaginamos historias llenas de fantasía o divertidas que entretienen a los niños, sin más". Sin embargo, es frecuente que la trama de estas películas se desencadene a partir de la presencia de determinados "conflictos emocionales", como denomina la investigadora, a los que los personajes de ficción tienen que enfrentarse. "La partida, el abandono, la separación y, especialmente, la muerte son algunas de esas situaciones complejas que deben afrontar para continuar su camino" y -prosigue- "son esos conflictos emocionales los enseñan al público infantil cómo superar la adversidad a través de la ficción".

"Parto de la idea de que muchos de los cuentos audiovisuales de la mayoría de las películas para todos los públicos desarrollan su trama principal a partir de un tipo de contenidos trágicos como la muerte de una madre, la despedida de un padre, el abandono de un familiar... Convivimos en nuestra sociedad con ellos, pero pertenecen a un tipo de dimensión de la realidad a la que a los niños no se les hace partícipes", asegura. Y recuerda: "Cuando estaba en la sala de cine viendo cómo se moría Ellie y el Sr. Fredrickesen se quedaba solo asistiendo al funeral" (dice en relación a la película Up), "los niños en la sala del cine decían "¿pero qué le ha pasado mamá?", relata. Es decir, no acababan de entender este tipo de situación, aunque sí saben que algo doloroso o "malo" le ha sucedido a uno de los personajes". Los niños son capaces de percibir estas emociones que se transmiten a través de las pantallas pero los mayores no suelen explicarles ni tratar de responder sus dudas. "Al trabajar estos materiales con los niños me doy cuenta de la importancia de naturalizar la muerte, el dolor, la tragedia" con los niños, asegura, para que sepan cómo afrontarla en la vida real, al igual que hacen los personajes de ficción.