El premio Nobel de Física en el año 2001, Eric Allin Cornell, ha asegurado en su visita a la Universidad de Santiago (USC) que el futuro de la ciencia se encuentra en "la electrónica más pequeña", en las máquinas y ordenadores más diminutos, que permiten entrar en el dominio de la mecánica cuántica.

Esta disciplina, ha admitido Cornell, "no es sencilla" de entender pero, relacionada con el proyecto que le dio el Nobel en 2001 -la condensación de Bose-Einstein en gases diluidos de átomos alcalinos- se convierte en algo "más grande, visible y palpable" y permite crear nuevos avances en el ámbito de la electrónica.

Otra aplicación del trabajo del físico en la "vida diaria" es el giroscopio, un aparato que permite controlar la orientación de las cosas e incluso encontrar las que están enterradas.

Y es que la investigación con la que Cornell consiguió el Nobel -junto a Carl Wieman y Wolfgang Ketterle- abre resultados "asombrosos" no sólo en la propia física, sino también en la tecnología, en las telecomunicaciones y en el tratamiento de materiales.

Tanto es así que Cornell recibió el máximo galardón de la Física en 2001, seis años después de haber finalizado su trabajo. A este respecto, Jorge Mira, profesor de Física de la USC, ha destacado que los científicos acostumbran a recibir el Nobel entre 15 y 20 años después de sus investigaciones y no sólo en seis, hecho que evidencia la "gran potencia" del trabajo de Cornell.

Holgazán contra descuidado

De esta investigación, Allin Cornell ofrecerá justamente hoy en Santiago una conferencia titulada "Holgazán contra descuidado", en la que explicará la condensación de Bose-Einstein en gases diluidos de átomos alcalinos y las propiedades de estos condensados.

Esta condensación recibe el nombre de Bose-Einstein ya que, en base al trabajo del físico hindú Satyendra Nath Bose, el científico Albert Einstein predijo en 1925 que, al bajar mucho las temperaturas, se podía dar un nuevo estado de materia-

El problema es que en aquel entonces no existían las tecnologías necesarias como para rebajar tanto la temperatura. Así, no fue hasta 1995 cuando Carl Wieman y Cornell consiguieron alcanzar la condensación de Bose-Einstein enfriando átomos de rubidio con láseres y campos magnéticos.