El matrimonio entre personas del mismo sexo ya es una realidad en quince países: Holanda, Bélgica, España, Suecia, Portugal, Dinamarca y Francia, por lo que se refiere a la Unión Europea (UE). En el resto del continente, ese derecho también está reconocido como tal en Noruega e Islandia.

En América, los derechos civiles también han avanzado, en ese sentido, en los últimos años. Países como Canadá, Argentina, Uruguay y Brasil, además de algunos otros territorios, como la capital de México y el estado de Quintana Roo, han dado luz verde a las bodas gais. En Estados Unidos, la Corte Suprema declaró la semana pasada anticonstitucional la ley federal de defensa del matrimonio, que solo reconocía las uniones entre personas de distinto sexo, y un decreto californiano, que prohibía las bodas gais, con lo cual trece estados (California, Delaware, Rhode Island, Connecticut, Iowa, Massachusetts, Maryland, Maine, Nueva Hampshire, Nueva York, Vermont, Washington y Minnesota), además del distrito de Columbia, al que pertenece Washington, la capital del país, consideran ya legales estas uniones, aunque otros muchos aún las bloquean.

En Oceanía, el matrimonio entre personas del mismo sexo es una realidad en Nueva Zelanda, mientras que en la aún puritana sociedad australiana, el Parlamento rechazó en 2012 una propuesta para su legalización. Incluso un senador, el liberal Cory Bernardi, sugirió que, de aprobarse, se abriría la puerta al "bestialismo". Eso sí, esta salida de tono le obligó a dimitir. Con todo, el rechazo no ha supuesto una derrota definitiva para los activistas gais, ya que otros tres proyectos de ley similares se tramitan, actualmente, en el Parliament House, el Legislativo de Canberra.

En África, donde progresan las leyes antihomosexuales y cuatro países aplican la pena de muerte a gais y lesbianas, Sudáfrica se convirtió en nota disonante y en el único país del continente donde se legalizaron las uniones matrimoniales entre personas del mismo sexo.