"Del XVII Duque de Alba, padre de Cayetana, quizás su labor más importante fue la lucha que mantuvo por el patrimonio histórico español tras la guerra y por la toma de conciencia sobre su importancia", dijo ayer en el Club FARO la periodista de El Mundo Emilia Landaluce. Presentada por Lucía Trillo, el título de su charla-coloquio era toda una declaración de intenciones: "La apasionante vida del padre de Cayetana, duquesa de Alba (enamorado de la reina Victoria Eugenia)".

"Yo creo que los aristócratas de hoy -sentenció la periodista- tienen poco de Jacobo Alba. De esa época, quedan las memorias y los recuerdos. La aristocracia en su sentido genuino pereció con la llegada de la república en 1931. Se ha diluido, en la mediocridad. Podríamos decir que tras él no hubo ningún aristócrata señero"

Autora en La Esfera de los Libros de "Jacobo Alba. La vida de novela del padre de la Duquesa de Alba", unas sesenta fotografías marcaron la pauta y orden de la entrevista que le hizo Lucía Trillo ante el público, que comenzó con una consideración sobre los padres de Cayetana: "Siempre digo que la Casa de Alba no sería lo que es si su padre no se hubiera casado con Rosario Silva "Totó", que pertenecía a una casa nobilísima, además de ser la única heredera de una inmensa fortuna que revitalizaría las arcas de los Alba,".

Rumores, rumores

¿Qué hubo en realidad entre Jacobo Fitz James Stuart, XVII duque de Alba, y la reina Victoria Eugenia de España? Esa fue una de las preguntas. "Siempre hubo rumores -dijo Landaluce- sobre esa entrañable amistad entre el duque de Alba y la reina de España. "Jimmy" Alba y Ena se conocían desde que ella era niña y princesa en la corte británica y Jacobo, alumno de uno de los mejores colegios británicos. Se habló mucho de su relación. Incluso la infanta Eulalia, hija de Isabel II, especuló con un posible matrimonio. Pero no puedo decir hasta qué punto estuvo enamorado. Sí que hubo fascinación. No hay prueba alguna de romance pero no es descabellado. El hecho es que murió en Lausana, la ciudad suiza donde vivía exiliada la viuda de Alfonso XIII con la sola compañía de la soberana española. Entre sus manos, el viejo duque llevaba la cruz de la reina española".

Una foto de Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, cuyo hijo había muerto lanceado por los zulúes, y que se alojó en los palacios sevillanos de los Alba con los que estaba relacionada genealógicamente, le sirvió a la periodista para hacer una consideración: "Para la familia Alba era la tía Emperatriz y era una casamentera que hizo todo lo que pudo por casar a Alfonso XIII con la que luego sería la reina Victoria Eugeniia, su ahijada. Tuvo fatales consecuencia porque esta era portadora de la hemofilia, mal que envenenó a la Corte de España y a la de Rusia. El rey siempre le echó en cara a la reina que no se lo hubiera dicho, sumido en depresiones al ver el riesgo de sus hijos al tiempo que luchaba por una España que se estaba desmoronando".

Vuelta Landaluce al padre de Cayetana, recordó que fue ministro de Instrucción Pública tras la marcha de Primo de Rivera por respaldar al Rey, cuando la universidad estaba muy soliviantada, y consiguió pacificarla reponiendo en sus puestos a los catedráticos expulsados. ¿Algunos de sus hechos más destacados en la reciente historia de España? "Yo diría que ayudar a evitar que Francia e Inglaterra entraran activamente en la Guerra Civil Española, la ampliación del Museo del Prado y por supuesto, la reconstrucción del Palacio de Liria. También jugó un papel muy importante, junto a José María Sert, en el salvamento de obras de arte durante la guerra".

¿Y cómo fue su relación con el régimen y con Franco en concreto, como persona? "En principio -comentó Landaluce- fue buena. El duque de Alba estaba de acuerdo con los principios del alzamiento y no habría que olvidar que su hermano Hernando murió en Paracuellos. El desencuentro vino más tarde, cuando se dio cuenta que Franco no restauraría la monarquía".