Los niños que practican fútbol, o cualquier deporte de un modo tutelado, preferentemente de equipo, mejoran su rendimiento en las aulas y obtienen mejores notas que el resto de alumnos, según ha constatado con su experiencia en este ámbito el pedagogo Pedro Marcet. Corroboran esta afirmación dos estudios recientes: uno de ellos, publicado por la Universidad de Vrije (Holanda), concluye que el deporte contribuye a potenciar las capacidades cognitivas, mejorando la función cardiaca y aumentando los niveles de endorfinas y la conexión entre neuronas lo cual repercute positivamente en la actividad académica. El otro, desarrollado por el Observatorio de Estudios del Comportamiento de Esade y la empresa Danone, concluye que el 37 por ciento de los niños que han empezado a practicar un deporte han obtenido mejores notas que el resto, además hacen más deberes y mejoraron sus resultados académicos del 17,80 al 37,03 por ciento.

Los responsables de las escuelas deportivas gallegas están de acuerdo con estos datos. "En la escuela no solo enseñamos deporte, sino a respetar a los compañeros, la disciplina, el sacrificio y autonomía personal", describe Wagner Molina, coordinador de las Escuelas del Celta de Vigo. Estos valores que inculca la práctica del deporte rey tienen una influencia notable en el rendimiento académico, "ya que al final se aplica en todas las áreas de la vida", añade Molina.

Los niños comienzan en las escuelas a los 4 años, una edad en la que considera que "sería preferible trabajar aspectos generales de la actividad deportiva más que del fútbol, pero no hacerles competir". De esta manera, participan los sábados en los torneos municipales de Samil en los que la filosofía principal es "que todos los niños juegan y no importan los resultados". Así lo define su coordinador desde hace 15 años Belarmino Alonso, conocido por todos como Milucho. "Los niños vienen a divertirse, no a pasarlo mal", advierte. El veterano entrenador lamenta la presión que muchas veces ejercen los padres en los partidos infantiles. "Los padres quieren que sus hijos sean profesionales y, con esa actitud, provocan que todos estos beneficios del deporte desaparezcan". Milucho se encuentra también con niños a los que no les gusta jugar al fútbol pero que sus padres se empeñan en que lo hagan, "así solo consiguen que el niño coja manía al deporte", indica. Tan preocupante es esta desacertada actitud de los padres que el coordinador de este torneo, que cada fin de semana congrega a más de 500 chavales, planea el próximo año crear una escuela de padres que una vez al mes les oriente con charlas de distintos profesionales.

Competitividad

Esos mismos problemas se encuentra en la Escuela Deportiva Val Miñor Novacaixagalicia su coordinador, Alejandro Villar: "Los más competitivos, sin duda alguna, son los padres que, sin quererlo, resultan muy perjudiciales para sus hijos con su visión sesgada de la realidad", afirma. Defiende, sin embargo, la competición incluso a edades tempranas: "Aporta valores como la superación, la colaboración entre compañeros y el respeto a las normas, pero hay que saber enfocarlo", añade.

También la psicóloga deportiva María Dolores González defiende la competición: "La competición en sí misma es positiva para la educación; el problema es que no se está haciendo un uso adecuado de ella y los padres ejercen excesiva presión para que sus hijos destaquen en el deporte", explica.

Recuerda también los métodos "contraproducentes" que utilizan algunos padres para motivar a sus hijos, como darles dinero si los resultados del partido son buenos. "Vemos este gran error a diario. A los niños hay que motivarles, pero no de una forma económica, y hay que conseguir que se diviertan, no que estén tan pendientes de los resultados", aconseja.