Se cumplen seis días de que zarparan desde el puerto de Valencia rumbo a la costa del sur de Italia y con la intensidad de tanto recuerdo, la memoria ya empieza a flaquear. Al teléfono desde un puerto italiano cercano a Roma, se escucha algo entrecortada la voz de Valentín Fernández y María Teresa Díaz. Sicilia, Pompeya, el Mediterráneo... El álbum de fotos de los gallegos crece al ritmo que las vivencias dejan un hueco para sentarse y echar la vista atrás. "Nunca había hecho un crucero", reconoce antes de sentarse a la cena a bordo. "Me apunté gracias a mi amiga Marta (que también viaja) y es increíble", confiesa el paciente. Mañana estarán de regreso y cada momento cuenta.

La responsable de comunicación, Mar Lázaro, sube al Facebook de la Gepac nuevas fotografías cada día, aprovechando los pocos momentos de cobertura. En varias de ellas vemos a Valentín y María Teresa en Roma, ante la Basílica de San Pedro o a punto de tirar una moneda a la Fontana di Trevi. "Hoy por Roma estaban para comérselos, están felices", confiesa Mar.

Desde que el crucero "Gran Mistral" zarpó hace una semana aloja a un grupo de personas muy especial. Un centenar de pacientes oncológicos dedican los ocho días de la travesía a un objetivo doble: disfrutar del viaje y sacarse los miedos que les atenazan desde que les diagnosticaron el cáncer. Los echarán al mar, según relata el director del Gepac, organizador de la expedición y afectado, Víctor Rodríguez, que ha participado ya en dos ocasiones de esta experiencia.

Además, algunos pacientes que por su tratamiento no estarían en condiciones de realizar un viaje pueden hacerlo con este crucero al tener asegurada la asistencia médica. "Cuando te diagnostican un tumor lo último que planteas es que te vas a ir a un crucero", explicó una de las portavoces. La idea partió de la presidenta de Aeal (Asociación Española de Afectados de Linfoma, Mieloma y Leucemia), Begoña Barragán, "para ayudar a los afectados a identificar los miedos que aparecen tras los tratamientos y, en la medida de lo posible, destruir las ideas irracionales y negativas que aparecen a raíz de la enfermedad".

Por eso, la última actividad que se ha programado es la de "Tirar los miedos al mar". En ella, revisarán cuales eran las expectativas iniciales del viaje y en un papel biodegradable cada afectado escribirá sus miedos para echarlos al mar en un gesto que simboliza "el deseo de vivir sin temor". Además de la interacción que se crea entre los compañeros de viaje, se realizan charlas conjuntas.