Xurxo Aldán Vila (Pobra de Brollón, 1976), arqueólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Ciencias del Patrimonio, en Santiago, traza por primera vez la historia de la investigación arqueológica en Galicia desde el siglo XVIII hasta la actualidad a través de los castros. "Casa, familia y comunidad en la Edad de Hierro del Noroeste" profundiza en la casa castreña no solo como resto para revisar el mundo de los castros, sino también como un bien patrimonial; repasa las distintas teorías arqueológicas sobre el mundo castreño; y analiza la imagen que de este tiene la sociedad gallega a través de la cultura popular y su representación en los cómics y los manuales escolares.

La tesis, iniciada en 2000 y dirigida por Felipe Criado, profesor de investigación del CSIC y director del Instituto de Ciencias del Patrimonio, y Marco García, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Santiago de Compostela, obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude por unanimidad. Según el CSIC, constituye un trabajo pionero tanto por el tema, ya que no había una síntesis actualizada desde la realizada en 1976 por Ana Romero Masiá, como por el enfoque con el que se reinterpreta el mundo de los castros a partir de la perspectiva arqueológica actual. "El estudio reconstruye la historia de la arqueología gallega a través de sus investigaciones sobre la arquitectura castreña y rebate ciertos mitos", añade.

Uno de ellos es el término cultura castreña, que según el autor de este trabajo, no existe como tal. "Los castros han tenido distintos enfoques a lo largo de la historia. La arqueología galleguista acuñó el término de civilización céltica como referente de la comunidad gallega, que se mantiene durante el franquismo. Es en los ochenta cuando las nuevas generaciones se enfrentan con este paradigma y empiezan a hablarse de cultura castreña, un término que continúa siendo político. Hoy sabemos que la cultura castreña no existe, sino que son los castros son comunidades multiculturales", detalla. Este término lo avalan, añade, los estudios etnoarqueológicas entre grupos tribales que viven en castros en la frontera de Etiopía y Sudán. "Estudiamos el espacio doméstico para ver cómo era vivir en una casa circular. Y como en las celtas, este espacio es compartido por personas, animales y enseres", resume.

Según añade, tampoco eran tan primitivas como se creía hasta hace poco –"Fueron artífices de la arquitectura doméstica más monumental de Europa Occidental. Desarrollaron la cantera mientras que en otros zonas se empleaba el adobe", relata – no constituían una sociedad igualitaria, sino jerarquizada, y sí era guerrera. "Los poblados fortificados servían tanto para protegerse como para controlar a los propios pobladores", explica Aldán, que lamenta que continúe perpetuándose estos falsos mitos. "El trabajo reivindica la arqueología democrática, donde los yacimientos estén abiertos a la sociedad y esta forme parte de una arqueología participativa, algo que avalan las iniciativas puestas en marcha en excavaciones como Neixón y A Lanzada", argumenta.

Los nuevos datos sobre la vida castreña no solo se deben a los estudios realizados en yacimientos como los de Castrolandín, Montealegre y A Lanzada, sino a las excavaciones arqueológicas realizadas en obras públicas como la autopista y el corredor do Morrazo. "Son sitios donde no se nos hubiese ocurrido excavar, pero en los que hemos podido estudiar explotaciones mineras castreñas, por ejemplo", asevera.