Cuando el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) encargó María del Carmen Martín Rubio la investigación sobre la figura del virrey de Perú Antonio José de Mendoza Caamaño y Sotomayor, tercer marqués de Villagarcía (1667-1746) y único gallego que gobernó un virreinato en las Américas, nunca imaginó que este noble, del que apenas se tenían datos, adquiera tal dimensión, no sólo histórica, sino también humana. “Es un personaje fascinante, que gobernó el virreinato peruano en uno de los momentos más difíciles de su historia”, confiesa la historiadora madrileña, que ahora publica la primera biografía de este personaje, “El marqués de Villagarcía. Virrey del Perú (1736-1745)” (Ediciones Polifemo).

-¿Qué es lo que más le ha sorprendido de su investigación sobre el tercer marqués de Villagarcía?

-Su dimensión histórica y humana. Él y su hijo Mauro, con quien viajó a Perú, son dos personajes fascinantes. Me sorprendió los pocos datos que teníamos sobre el marqués de Villagarcía a pesar de ser uno de los virreyes más destacados que tuvo Perú y del momento tan difícil en que le tocó gobernar. Yo diría que el más difícil (no hablemos de la independencia, que es otro tema). A pesar de la avanzada edad cuando fue nombrado virrey (tenía 68 años y había enviudado), algo inusual, demostró tener una gran fortaleza y vitalidad para hacer frente a los problemas con los que encontró. Felipe V necesitaba un gestor y el marqués era un gran economista, que en tan sólo dos años saneó la Hacienda.

-¿Qué situación se encontró el virrey cuando llegó a Perú?

-Lo primero con lo que se encontró fue con una administración muy pesada y con la corrupción de los oficiales de las Cajas Reales, que eran los administradores de la Hacienda, que estaba en bancarrota. Sin embargo, en 1739, la tenía saneada. Pero entonces Inglaterra declara la guerra a España y comienza la guerra en el Caribe, lo que obliga a reforzar la Escuadra del Sur para defender las plazas del virreinato, y la hacienda se endeuda de nuevo. El almirante Wernon toma Portobelo y después Cartagena. Pero España ganó esta guerra (conocida como Guerra de la Oreja de Jenkins) gracias a este virrey, aunque de ella apenas se conoce nada. Además, tuvo que enfrentarse a los saqueos de los piratas y reprimió las sublevaciones de 1739 y 1742. A pesar de todo, mantuvo su honradez y lealtad. No intentó enriquecerse con el cargo. Hasta tal punto fue honrado que cuando su hijo llegó a España, porque él murió a la altura de Cabo de Hornos, no tenía dinero ni para pagar en aduanas los objetos que había traído de Perú.

-¿Se sabe dónde están sus restos?

-El cuerpo fue arrojado al mar. Su hijo le extrajo el corazón, que se cree que fue enterrado en Cádiz. Fue un ejemplo de abnegación y de lealtad a España, tanto en su gobierno en Perú como en los anteriores cargos que tuvo en España, porque como gestor en Sevilla levantó la Real Hacienda, que estaba arruinada.