¿Quién mejor que un "enfermo de Valle-Inclán" podría hacer un retrato del autor de "Luces de bohemia" y "Divinas palabras"? Ese es José Luis García Sánchez, que rueda estos días en Galicia el documental ´Este que veis aquí´ sobre el escritor de "rostro español y quevedesco", por encargo de la Sociedad Estatal de Acción Cultural, con motivo del 75 aniversario de su muerte.

–Por lo visto está infectado con el virus de Valle-Inclán.

–Sí, es una enfermedad, y bastante contagiosa, aunque no tanto como nos gustaría. Cuando le das a un chaval un libro de Valle se infecta, lo malo es que no empiezan muy a menudo. A Valle, los que lo hemos leído, lo hemos leído demasiado, pero la mayor parte no lo han leído

–¿Cuándo empezó a leerlo?

–De chavalín, y por casualidad, un libro de la Enciclopedia pulga, Cartel de feria, uno de los capítulos de El Ruedo Ibérico. Me pareció maravilloso.

–¿Valle-Inclán sigue vigente?

–Absolutamente. Hay una parte de Valle que aún no se ha abierto, ni se cascó el huevo. La gente todavía no sabe lo grande que es la poesía de Valle. La mayoría sólo conoce las "Sonatas" y nada más. Ahora ya empieza a llevarse al teatro. Yo asistí al estreno mundial de "Luces de bohemia" (1971). Hasta entonces no se había representado nunca, y "Divinas palabras" (1961), tampoco. Es decir, que en su tiempo no lo conoció nadie y cincuenta años después, tampoco.

–¿Está aún por descubrir?

–Para el gran público, desde luego, sin duda alguna. La veces que se han hecho los esperpentos se cuentan con los dedos de una mano.

–Usted llevó el año pasado al cine la trilogía "Martes de carnaval" ("Los cuernos de don Friolera", "Las galas del difunto" y "La hija del capitán") sin demasiado éxito.

–Porque soy un vicioso y porque la gente va a otro tipo de películas. De "Luces de bohemia" no se han hecho en teatro ni la cuarta parte de representaciones que de "La casa de Bernarda Alba" o de "Yerma". Y eso que "Luces" es la más vista. De Valle está por hacer todo, hay obras que no se han visto nunca.

–¿Qué llevaría usted al cine?

–Me quedan todas por hacer y por volver a hacerlas otra vez, pero bien hechas porque siempre se hacen mal, incluso yo. Valle, como todos los clásicos, admite todas las visitas que se quieran hacer. Shakespeare es importantísimo, quizá sea el autor más importante, pero el teatro español es el más importante. No lo conocemos porque se ha prohibido su representación durante demasiado tiempo y porque aquí hay una burguesía poco culta.

–Los amantes de Valle forman una secta, una mafia, dice usted.

–Sí, sí, sí... Por ejemplo, Silvio Martínez Vicente, Margarita Santos Zas, Juan Antonio Hormigón, César Oliva... Todos somos como una secta de encapuchados: lo vemos todo, leemos todo lo que sale sobre don Ramón. Yo he leído unos 1.800 trabajos sobre Valle. Soy un anormal. ¡Qué le vamos a hacer!

–Nada más lógico que encargarle a usted este documental.

–Supongo que soy el menos peligroso de los directores de cine para hacer un retrato de Valle.

–¿No inventará, como hizo Gómez de la Serna?

–No, el suyo fue un ejercicio literario. Lógico, porque Valle era un exquisito, un dandy de la literatura al que le encantaba mentir y hacer ficción de su vida. Lo bueno es hacer de la vida una tertulia de café, mentir, difamar, desmentirlo. Yo no invento en este retrato: son el propio don Ramón del Valle-Inclán redivivo, el marqués de Bradomín y don Juan Manuel Montenegro los que se manifiestan.