La sede de la Fundación Juana de Vega acogió ayer la lectura del fallo y la entrega del Premio Juana de Vega de Arquitectura 2010, creado por la propia fundación para reconocer la labor de los arquitectos que, con sus proyectos, contribuyen a la mejora de las condiciones de vida del ámbito rural gallego, al respeto por el entorno natural y al mantenimiento de la calidad paisajística del territorio. Este galardón, de carácter anual, es el de mayor dotación que se convoca en Galicia para proyectos de arquitectura y en él se premia la mejor vivienda unifamiliar, tanto de nueva planta como de rehabilitación, terminada en Galicia en el año natural anterior a la convocatoria, en este caso 2009. El jurado valora especialmente la capacidad de la obra para convertirse en una referencia social que pueda influir favorablemente en los tipos de vivienda que se construyen en el medio no urbano.

Entre los miembros del jurado se encontraban Celestino García Braña, Enrique Sáez Ponte, Xosé Manuel Casabella, Manuel Caamaño Suárez, Salvador Fraga Rivas, Francisco Xavier Seoane Rivas y Gonçalo Byrne, todos ellos altamente reconocidos dentro del ámbito de la arquitectura.

El secretario del jurado y presidente de la Fundación Juana de Vega, Enrique Sáez, fue el encargado de leer el fallo. Sáez, acompañado por el presidente del jurado y decano del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia, Celestino García Braña, y el director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña, Xosé Manuel Casabella, hizo entrega del diploma acreditativo a los premiados.

El Premio Juana de Vega de Arquitectura fue otorgado en esta edición a José Carlos Seoane González, por su obra ubicada en la urbanización "As Galeras", en Liáns (Oleiros). El jurado destacó la compleja integración de la casa en el espacio en el que se sitúa: un solar en descenso hacia el mar, con una extraordinaria vista sobre la bahía de A Coruña y con importantes limitaciones de normativa local y de costas, valorando el aprovechamiento de estas circunstancias para situar con discreción una vivienda de notables dimensiones. El fallo del jurado también subraya que gran parte de la matizada perspectiva que ofrece la vivienda hacia la fachada principal se debe a la gran pérgola de hormigón, que cubre y da unidad al acceso y, al mismo tiempo, facilita luz al patio interior mediante un hueco circular. Por último, se resaltan las cuidadas soluciones de diseño que articulan los espacios en los tres niveles del inmueble.

El jurado también entregó un accésit a los arquitectos José Luis Quintela Porro y Mónica Díaz Rodríguez por su proyecto realizado en O Quinteiro (Nigrán). Se destaca la solución exterior simple, que oculta una sección compleja, así como el nivel inferior, aislado del superior y de concepción muy eficaz, que discurre bajo la terraza de la piscina y se reserva para las actividades lúdicas. Por último, se valoró que el conjunto transmite una idea de contención concisa y se valora el buen uso de los materiales.

Como finalistas se seleccionaron las obras de Patricia Montes, por su proyecto en el barrio de Canido de Ferrol, que aporta una pieza de arquitectura actual en un viejo barrio bastante deteriorado, y de Helena Mosquera García, con una obra de recuperación de un edificio protegido en el casco histórico de Betanzos.

El jurado explicó que su intención era potenciar aquellas obras que tuvieran intención de poner en valor el tejido urbano deprimido, ya que entienden que se trata de una actividad que hay que reforzar y que representa un desafío y una oportunidad para los arquitectos del futuro.