La mujer acusada de un doble delito de asesinato en grado de tentativa por haberse arrojado con su vehículo por un acantilado de Baiona y con sus dos hijas dentro, apareció muerta ayer en su celda de la cárcel de A Lama. Cuando ingresó en este penal, Ana Isabel Soto Rodríguez, de 33 años, fue sometida a un seguimiento especial dentro del protocolo de prevención de suicidios, pero desde el pasado 3 de junio era una reclusa más del módulo 10 de mujeres. La funcionaria encargada del recuento de internas encontró a primera hora de la mañana a Ana Isabel ahorcada con el cinturón de su bata, y junto a su cuerpo, una nota escrita dirigida a sus padres.

Ana Isabel protagonizó el pasado 11 de mayo un espeluznante suceso del que tanto ella como sus dos hijas (de 2 y 4 años de edad) sobrevivieron milagrosamente. En torno a las seis de la tarde de ese día, llamó por teléfono a su marido -con el que estaba en trámites de separación- para avisarle de que tan pronto colgara, entraría en su Citroën Xsara Picasso, donde estaban las pequeñas, y se lanzaría por el acantilado del mirador de Baredo, en el área de descanso de As Salgueiras. Y así lo hizo. Por fortuna, las tres se salvaron del brutal impacto del vehículo contra las rocas tras caer desde unos 20 metros de altura.

Teniendo en cuenta este comportamiento suicida -además, los agentes que la detuvieron se vieron obligados a reducirla tras intentar de nuevo lanzarse por el acantilado-, la juez encargada del caso ordenó un examen psiquiátrico de Ana Isabel. Entonces los psiquiatras del Meixoeiro que la analizaron descartaron "problemas psicóticos", y la magistrada encargada del caso acabó enviándola a prisión, acusada de dos presuntos delitos de homicidio en grado de tentativa, y aplicando como medida cautelar, la prohibición de acercarse y comunicarse con las pequeñas.

Con estos antecedentes de inestabilidad emocional, Ana Soto ingresó en el penal de A Lama el 14 de mayo entrando directamente en el Protocolo de Prevención de Suicidios. Fuentes de Instituciones Penitenciarias explicaron a este periódico que la reclusa baionesa ya salió de ese régimen de vigilancia especial el 3 de junio "al no haber motivos para que continuase con ese seguimiento".

Desde entonces, aseguran fuentes de A Lama, Ana Soto llevó una vida "absolutamente normal dentro de la que se puede llevar en un cárcel". Al menos, nada parecía indicar que meditase acabar con su vida. Pero algo debió actuar como detonante en esa drástica decisión.

El pasado viernes fue la única y última vez que la reclusa abandonó el penal. La trasladaron al juzgado de instrucción número 3 de Vigo para informarle del auto de procesamiento contra ella. Al final, la juez aceptó la petición inicial de la Fiscalía y considera que hay "indicios suficientes" para considerarla responsable de dos delitos de asesinato en grado de tentativa. Según pudo saber este periódico, durante su comparecencia judicial "parecía bastante entera". Tras practicarle ayer la obligatoria autopsia, Ana Soto será enterrada hoy, a la siete de la tarde, en el cementerio municipal de Baiona.