"Una nueva vía se abre en el campo de la reparación cerebral y periférica tras los daños cerebrales con la administración de hormona del crecimiento". Esa fue una de las afirmaciones vertidas por el catedrático de Fisiología Jesús Devesa, fundador del Proyecto Foltra.

La regeneración cerebral fue el tema que, presentado por Alfonso García Suárez, director del Instituto Santa Irene, llenó el auditorio do Areal de un público interesado por tal materia. Devesa, que afirmó en un momento de su charla que " la hormona del crecimiento impide la muerte neuronal", empezó su charla respondiendo a una pregunta: ¿Es posible generar nuevas neuronas tras el nacimiento? Y una respuesta marcó el inicio de una conferencia con ricas explicaciones técnicas que aquí no reseñamos y salpicada de casos tratados por Foltra con GH que evolucionaron positivamente. "Ramón y Cajal –dijo– se equivocó al afirmar que desde una etapa de la vida los humanos iban perdiendo neuronas progresivamente hasta su muerte. Ya se demostró que en los primates hay una continua regeneración de células neurales que se convierten en neuronas". Una idea central expresada por Devesa es que, tras un daño neurológico, se pone en marcha automáticamente la neurogénesis, el aumento de producción de nuevas neuronas.

Devesa contó que fue un accidente sufrido por su hijo con grave daño cerebral lo que le llevó a este estudio. "Nadie me daba expectativas claras acerca del futuro de mi hijo, que acabó su carrera y hoy está curado al cien por cien".

¿Por qué decidió tratarle con hormona de crecimiento?. Su razonamiento en aquellos momentos de angustia vino motivado por el conocimiento de las muchas acciones que comparten hormona de crecimiento y prolactina. A la búsqueda de soluciones, halló un trabajo en que se describía que la prolactina era la responsable en ratas lactantes de inducir la generación de nuevas neuronas que migraban al bulbo olfatorio para que la rata (en la que hay altos niveles de prolactina) pudiese discriminar mejor, por el olfato, a sus propias crías.

"Aquello fue lo que me abrió los ojos– explicó– ante un mundo nuevo para mí: el de la renovación cerebral. Si la prolactina es capaz de inducir la formación de nuevas neuronas... ¿por qué no la GH?. Fue entonces cuando decidí administrar la hormona (GH) a mi propio hijo, en la esperanza de que el razonamiento empírico se cumpliese. Y se cumplió. Al cabo de un mes una nueva videolaringoscopia mostró que la cuerda vocal cadavérica, muerta para siempre, se movía perfectamente, la glotis se cerraba, la paresia orofaríngea había desaparecido y la sonda podía retirarse y empezar a comer normalmente por boca. Habían pasado dos meses desde el accidente".

Devesa relató varios casos como el de Raquel, a la que hace quince años le diagnosticaron un tumor en el bulbo raquídeo y, a consecuencia de la operación, se quedó con lesiones muy graves a nivel glosofaríngeo: atrofia de la lengua, sin movilidad en cuerdas vocales, con una traqueotomía, alimentada por sonda gástrica. Raquel fue operada a los diez años y después de quince años , tras la administración con GH, empezó a normalizar su vida.

"Somos perfectamente conscientes, –explica– sin embargo, de que no solo con trabajo se consigue una recuperación; ésta es, a veces, mínima, pero también somos conscientes de que las nuevas terapias con factores de crecimiento, células madre del adulto propias de cada individuo, comienzan ya a ser una realidad más que prometedora. Un futuro cada vez más cercano. Cuanto mejor preparado llegue cada paciente a ese futuro, más viable será su recuperación. Con esta filosofía trabajamos".

Ya no es descabellado, dice, el pensar que lesiones cerebrales puntuales, en zonas cicatrizadas, funcionalmente muertas por tanto, puedan permitir el implante de precursores neuronales, la colonización y organización de nuevas neuronas, la restauración de las conexiones perdidas, la recuperación de la actividad funcional. Lo propio en las lesiones de médula espinal.