Entre los años 50 y finales de los 70 del pasado siglo, los ejercicios de adiestramiento con torpedos"G7a"eran habituales en las unidades navales de la Armada española. En Galicia, la mayoría de esos ejercicios se llevaban a cabo por fuera de las islas del Parque Nacional de las Islas Atlánticas.De ahí que a los especialistas militares les siga extrañando la localización de un proyectil de ese mismo modelo cerca de Cabo Udra, ya dentro de la Ría de Pontevedra. A juicio de su portavoz," los temporales y las mareas de estos últimos 45 años debieron trasladarlo a ese punto cercano a la costa,pero dudo que fuera lanzado por el Antequera dentro de la ría". A Gustavo Mallo, en cambio, no le sorprende en absoluto. A este cangués de 71 años, la noticia del proyectil de Bueu le trajo a la memoria sus travesías a bordo del destructor Jorge Juan. Entre 1959 y 1960 cumplió el servicio militar como bombero en ese buque, que navegaba con frecuencia con una flotilla formada por otros cuatro destructores (entre ellos, el José Luis Díez, Sánchez Barcaitztegui y Escaño). "Lanzamos esos torpedos por fuera de Ons y Sálvora hacia blancos flotantes situados a un kilómetro de distancia, Pero muchas veces se volvían locos", rememora. En una ocasión, quizá por fallos en la programación de la ruta del torpedo o por la inexperiencia en su manejo,Mallo observó cómo uno de ellos acabó "loqueando"."Iba a dos metros de la superficie, y saltando como si fuera una arroz. Era espectacular",asegura. Al menos el barco en el que iba Gustavo Mallo no perdió ningún proyectil."Cuando daba en el blanco o finalizaba su navegación emergía a la superficie y lo recogía un helicóptero. Eso sí, podría acabar muy lejos,incluso dentro de la ría, pero los nuestros no",recuerda.