Rigola, que ha expresado reiteradamente su "satisfacción inmensa" por su primera experiencia operística, ha confesado que no tenía miedo de afrontar este debut lírico con todo un Wagner, aunque sea de su etapa inicial.

"Cocinar con buenos productos es lo mejor que te puede pasar, si bien -matiza-, si todo el mundo sabe que tienes las mejores hortalizas, te van a exigir que hagas la mejor de las ensaladas".

El director de escena percibe paralelismos entre la ópera y el teatro, pero ambos mundos son "esencialmente diferentes", pues "en el teatro la escena tiene un protagonismo del que carece la ópera, en la que lo primero de todo es la música".

Según Rigola, la presente ópera, coproducción del Liceo y el Teatro Real de Madrid, que se estrenará el próximo 4 de abril en Barcelona, sitúa la acción en un pueblo costero de Noruega, como en el libreto original, en una época actual, donde hay una fábrica de conservas de pescado, propiedad de Daland.

El director teatral justifica estos cambios porque "El holandés errante" "no sólo es una leyenda antigua, sino, sobre todo, una tragedia sobre la alienación, que es parte también de nuestro mundo".

El barítono neoyorquino Alan Titus, que canta el papel del holandés, ha comentado hoy en la presentación que ha intentado "personalizar el personaje y concederle un perfil psicológico de alguien fuera de la sociedad, que puede resultar más cercano al público de hoy que la metáfora original del siglo XIX, que mostraba al holandés como alguien que había blasfemado".

En opinión de Titus, "ese giro realista que se ha dado a la ópera de Wagner ha condicionado también el final, en el que no hay una redención del protagonista, sino su suicidio".

La dramaturgia de Rigola pretende subrayar la obstinación de los personajes, Senta, Daland y Erik, por desear lo que sobrepasa los límites de su realidad.

"Hemos mantenido los elementos míticos, pero hemos cambiado lo que les sucede a esos personajes, siempre decididos a llegar a donde no pueden, como Senta, que vive obsesionada por el mito, al igual que algunas adolescentes con las estrellas del pop, o Daland, que, a pesar de su estabilidad económica, está obcecado con el dinero".

Alex Rigola asegura que de su primera experiencia con la ópera extrae "el descubrimiento de una gran calidad actoral en los cantantes, que tiene que ver mucho con las posibilidades de la escena".

El dramaturgo catalán ha optado por "la escenografía que pedía la música de Wagner, que exige a los personajes una postura casi estática, para poder expresar las cosas tan importantes que hay en el libreto".

En el decorado y la iluminación, Rigola ha optado por "una estética realista", con un barco, donde se desarrolla la primera parte; la cantina de la fábrica de conservas de la segunda escena, donde están las trabajadoras, y el espacio exterior de esa cantina, en la tercera parte, donde tiene lugar el "botellón" de fin de fiesta hasta que los marineros retan al barco de los holandeses.

El mar, como reclama el texto y la música, "se convierte en un elemento recurrente de la escena", señala Rigola.

Rigola ha revelado: "Me está gustando mucho la experiencia y me ha abierto unos campos que desconocía, por lo que si tengo otra posibilidad de trabajar en la ópera, no la rechazaré".