Álvaro Cunqueiro fue su padrino. Mindoniense como él, el cirujano ortopédico Miguel Cabanela (1943) explica que el autor de Merlín e familia “nunca estuvo muy contento de que me viniese a Estados Unidos a hacer prácticas. No creía, entonces, que este fuese el mejor país (para la medicina)”. Ya en Norteamérica, “tuve poca relación con él. Fueron años muy duros, trabajando muchas horas. No tenía ni tiempo de escribir. Empecé a conocer a mis hijos cuando tenían diez años, casi no pasaba tiempo en casa”, recuerda Cabanela desde Rochester. Desde aquella época hasta ahora, han transcurrido cerca de 40 años en la prestigiosa Clínica Mayo donde se ha convertido en una eminencia mundial en cirugía ortopédica de cadera y rodilla. La Fundación Tecnología y Salud le otorgó este mes su Premio Fenin de Innovación Tecnológica Sanitaria.

- En cirugía ortopédica, médicos e industria deben trabajar juntos. ¿Manda demasiado el capital sobre los profesionales?

- En general, es una relación buena. El problema es que en un sistema capitalista como el occidental, las relaciones se corrompen de vez en cuando y los intereses económicos prevalecen. Suceden cosas que no deberían ocurrir en un mundo ideal. Por ejemplo, que materiales o técnicas o tecnologías aparezcan en el mercado mucho antes de estar preparadas realmente. Quien acaba sufriendo es el paciente. Una técnica que hace cinco o siete años saltó al mercado de forma masiva fue la cirugía mínimamente invasiva que ha causado daño a muchísimos enfermos. Estoy convencido de que no toda la culpa está en el cirujano o el marketing. Gran parte de la culpa está en el enfermo que busca lo más nuevo, lo más actual y realmente lo más nuevo no es necesariamente lo mejor.

- ¿Qué debemos hacer como pacientes?

- Decía un maestro mío, que todavía vive pero que está muy viejito, que lo ideal sería mantenerse dos modas por detrás; esperar a que las cosas se decanten antes de lanzarse a algo demasiado novedoso. Eso, quizás, sea exagerado, pero a veces sí que es cierto que el paciente no es lo primero para el encargado del marketing de una industria.

- Hay personas que se niegan a operarse de una rodilla o una cadera por miedo a salir mal de la operación, ¿qué les diría?

- La cirugía de cadera o rodilla es electiva. No es de vida o muerte. El hecho de que al vecino (después de operarse) le haya pasado tal problema no quiere decir que a usted le vaya a pasar. Pero también, al vecino, le pudo haber ido de maravilla y a usted complicársele la operación. Uno tiene que discutir mucho con el paciente. Antes de cada operación, hablo con el paciente media hora contándole los posibles problemas. En general, nuestros pacientes van enormemente bien informados. Saben lo que les va a pasar el primer, segundo y tercer día después de la operación. Un paciente bien informado es un paciente que coopera. En nuestra institución, el paciente es lo primero. A mí, me pagan un sueldo bueno. No importa que opere a 15 o a 500, el sueldo va a ser el mismo.

- ¿Cómo ha percibido, en el extranjero, la evolución de la investigación en España?

- No soy la mejor persona para contestar esa pregunta. La España de la postguerra no era un país floreciente. La investigación es un lujo y el país no se lo podía permitir. En los últimos 25 años las cosas han cambiado a mejor. El soporte a la investigación se ha incrementado. ¿Es tan alto como en Estados Unidos? Evidentemente, no, aunque ahora las estamos pasando canutas. En España, en ciertas áreas, están a la misma altura que cualquier país del mundo.

- ¿En qué medida se ha reducido el apoyo a la investigación en Estados Unidos?

- El soporte federal a la investigación ha bajado un 50%. Ahora, la investigación está apoyada por la industria y esa es un arma de doble filo porque la industria quiere resultados y que sean favorables a lo que propone.