Era el 25 de octubre de 1976 cuando Juan Carlos Andreotti, que estaba trabajando en el negocio de su suegro, recibió una llamada que lo citaba para encontrarse con un amigo. Pero no volvió a aparecer. "El día antes fue la última vez que vi a mi hermano", asegura Alberto Andreotti, argentino residente en Cangas desde hace tres años. En los próximos días se someterá a las pruebas de ADN de identificación de argentinos que recoge el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para el reconocimiento de los restos encontrados en el país.

"El mecanismo de las llamadas era muy habitual para no sembrar sospechas. A la vuelta de la esquina te esperaban para acabar con tu vida y, a medida que iban desapareciendo, se iba gestionando la desaparición de los demás", explica Alberto Andreotti.

El dictador argentino Videla ejerció un fuerte control sobre la población del país entre 1976 y 1983. "Fueron años de terror, miedo y locura. Tanto antes como después del golpe se perdieron los resortes de la realidad e incluso los niños de 5 años eran víctimas del horror", afirma Andreotti.

Su hermano Juan Carlos tenía 24 años y estudiaba Sociología. "Nos dijeron que pertenecía a Poder Obrero, pero no sabemos cuál era su grado de implicación. Lo que sí está claro es que en aquella época cualquiera era peligroso y su única convicción era aniquilar a los ciudadanos", reconoce el abogado Andreotti. "El objetivo que tenían no es diferente al de la actual invasión de Estados Unidos en Irak. Los países buscan ser los tutores de territorios en órbita internacional", añade.

De padre italiano y madre leonesa, Alberto Andreotti llegó hace tres años a Galicia para cumplir un proyecto afectivo. A sus 62 años está terminando un Máster de Estudios de Género en la Universidad de Vigo, pero no es capaz de olvidar lo que ocurrió en la otra orilla del Atlántico. "Juan Carlos es un muerto eterno y no se puede hacer otra cosa que guardar también un duelo eterno", cuenta emocionado con lágrimas en los ojos. "Es una situación desconocida, en la que no tienes el cuerpo para poder velarlo y ese recuerdo permanece siempre. Mi madre no pudo hacerlo, y yo espero que con estas pruebas de ADN puedan identificar a mi hermano", narra emocionado.

La figura de Juan Carlos Andreotti se ha congelado en la memoria de su hermano y permanece plasmada en un retrato elaborado con números que su hermana María Rosa realizó a partir de la única foto que conservan de él. Además, en los últimos días volvió a encontrar un poema que habían escrito a los desaparecidos por la dictadura. "Es imposible huir de esta historia. Cada cierto tiempo el tema vuelve a rondar por mi cabeza y no hago más que esperar el momento de rendir homenaje a un ser querido", asegura Alberto Andreotti.