El suicidio tiene una enorme repercusión emocional, social y económica en el entorno de la persona fallecida. Hasta tal punto que hay programas de apoyo para los familiares de la persona que se ha suicidado, a quienes se les denomina supervivientes de suicidio. "Son duelos por definición complicados y en muchos casos requieren de tratamiento y de ayuda para superar esa pérdida, superar el sentimiento de culpa y de vergüenza que muchas veces invade a los supervivientes de suicidio, y vivir con algo que nunca podremos entender", explica Delia Guitián. "Es otro de los grupos de riesgo porque uno de los factores predictivos son los antecedentes familiares de conducta suicida", afirma. Guitián también advierte de que alrededor del suicidio hay muchos prejuicios, que hace que la familia se sienta estigmatizada. "No se puede decir que un suicidio sea algo cobarde ni valiente, ni que la persona sea egoísta. No se puede juzgar a la persona por un solo acto", afirma.