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Si las piedras hablaran

La escritora Leonor de Recondo recrea en "Pietra viva", publicada por Minúscula, la vida del escultor, pintor y arquitecto florentino Miguel Ángel Buonarroti

El "David" de Miguel Ángel

Ambientada en la Italia del Renacimiento, esta novela de la escritora Leonor de Recondo sobre la vida del escultor, pintor y arquitecto florentino Miguel Ángel Buonarroti, titulada Pietra viva (Minúscula), desnuda dos tragedias. Nacido en 1475 en Caprese, en una villa de la Toscana cerca de Arezzo, Miguel Ángel sufrió desde su misma infancia un malestar para el que no encontraba un nombre. Se sentía atraído por la belleza de las esculturas del jardín de San Marcos, lugar al que acudía con frecuencia para estudiar las estatuas antiguas de la colección de los Medici. Miguel Ángel se sentía distinto de los demás niños y desde los seis años, cuando murió su madre Francesca di Neri del Miniato di Siena, se sentía también huérfano, porque el que se criaba sin madre en la Italia de los condotieros era un huérfano para toda la vida.

La de Miguel Ángel fue una vida profundamente marcada por estas dos heridas de imposible sutura, la que le produjo la muerte de su madre y la de la belleza de la piedra, que sólo en ella "el arte quiere que aquí viva al paso de los años el rostro de la amada", como escribe Miguel Ángel en el Madrigal a Vittoria Colonna. Con esta cita abre Recondo su novela, cargada de dolor y de pesar, pero al mismo tiempo de una pasión, la que siente el escultor por Andrea, un monje de extraordinaria belleza que acaba de morir y cuyo cadáver le traen los frailes para realizar disecciones que le permitan conocer el cuerpo humano por dentro. Trastornado por su muerte, Miguel Ángel abandona Roma y se traslada a Carrara, donde espera que la labor de elegir los bloques de mármol para la tumba del Papa Julio II le ayude a aliviar la pena.

A sus treinta años, Miguel Ángel es un artista reconocido, que ya ha esculpido el David, por encargo de la Opera del Duomo, encargada de los trabajos de la Catedral de Santa María del Fiore de Florencia, y la Pietà: "La última vez que vino a Carrara encontró el bloque para la pietà de Roma. Entre decenas, supo instintivamente que aquel era el bueno. Le costó una fortuna. Los canteros son codiciosos en los tratos, pero no se arrepiente. Aquella escultura estableció su fama. Si hoy está allí, es gracias a ella. Y el Papa no se ha mostrado avaro, tiene en el bolsillo mil ducados para comprar los mármoles que necesite para la tumba papal. [...] Está impaciente por enfrentarse a la montaña. En esos momentos de euforia, su mente ahuyenta todo lo que sea ajeno a la obra, incluso el cuerpo sin vida de Andrea".

Entre continuas idas y venidas a la cantera para organizar el transporte de los bloques de mármol, Recondo nos va alumbrando a retazos la vida de Miguel Ángel, ya que el sistema de la escritora francesa nunca es decir, sino sugerir, desgarrar levemente la oscuridad dejándonos en cierta penumbra. Es en esa penumbra donde los sentidos se agudizan y dan paso a un mundo de imaginación y emoción que hace que los muertos renazcan: "Andrea, ¡regresa al lugar de donde has venido! No me dejes creer por más tiempo que estás ahí. Aleja tu cuerpo del mío. Aleja tus dedos de los míos. Y que contigo se vayan los recuerdos de tu piel que no toqué jamás, que solo recorrí con la mirada, sobre el mármol. Andrea, eres la belleza que yo no podré alcanzar jamás con mi cincel. Eres la prueba suprema de la superioridad de la naturaleza sobre mi arte".

Pietra viva es un relato conciso, tenso, poético, agónico y brillante de una vida entregada al arte. En esa angustia vivirá Miguel Ángel hasta comprender finalmente que ha estado equivocado: "En su arte, siempre ha esculpido la piedra para transformarla en piel, para que no sea ya más que carne y ropaje. Ahora se da cuenta de que sus personajes quieren volverse mármol, no desean otra cosa que ver como su piel se petrifica hasta quedar rugosa, a fin de regresar a lo que verdaderamente es: recuerdos milenarios fosilizados, aprisionados en el corazón blanco de la montaña. Que la carne se haga piedra. No obligarla a nada más". Pietra viva nada tiene que ver con las novelas históricas de grandes personajes, recubiertas de pedrería y abalorios; la novela de Recondo elude la idealización y el esteticismo; es escueta, a veces lacónica, próxima al fluir de la memoria. Quien desee una visión más completa del artista, puede consultar la biografía clásica de Giorgio Vasari: Miguel Angel Buonarroti, florentino (texto de 1550), publicada por Acantilado.

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