La crisis sanitaria causada por la Covid-19 está dejando imágenes inéditas que todo el mundo espera que no se vuelvan a repetir. Como inédito es un 11 de julio, San Benito, festivo en Pontevedra, en el que no se celebre la tradicional romería popular en honor al santo en el entorno del monasterio y en las riberas del Lérez.

No hubo, por lo tanto, romería, fiesta de la empanada ni mejillonada; ni ningún evento que facilitase la formación de las habituales aglomeraciones de este evento. Las celebraciones laicas se limitaron a algún puesto de comida en el que se guardaban escrupulosamente las medidas de seguridad y a los pasacalles de los grupos de gaitas y charangas.

En el aspecto religioso, se mantuvieron las misas. De hecho, se ampliaron y se celebraron entre las 7 de la mañana y las 13 horas y entre las 17 y las 20 horas, una cada sesenta minutos. De esta forma se espaciaban los servicios religiosos para que la gente pudiera entrar con ás tranquilidad y sin aglomeraciones y daba tiempo a desinfectar todo el templo entre misa y misa. Oficios a los que todos los fieles debían acudir con mascarilla y guardando la distancia de seguridad.

Se respetó también la tradición de recoger el aceite bendecido con el que luego se pueden curar las berrugas o afecciones de la piel en las que el San Benito de Lérez, como dice la copla, "é o máis milagreiro". Eso sí, se recogían en frascos individuales previamente ya preparados. Lo que se prohibió este año fue tocar al santo con un pañuelo u otra prenda de ropa y la imagen de San Benito estaba protegida con un plástico. Sí que se repartieron estampillas bendecidas a los numerosos fieles que se acercaron hasta Lérez para cumplir con una tradición que se espera que, para el año, puede recuperar su normalidad.