Eliminar de la dieta diaria los productos que no son de temporada, ayudar a la economía de nuestros vecinos, reducir las emisiones derivadas del transporte, contribuir a un reparto de ganancias justo o pulsar por unos minutos la vida local, regateando en un puesto o disfrutando sin más de la vista de los pescados, mariscos, frutas o flores. Son muchas las razones que señalan los clientes para visitar los mercados de proximidad, a mayores de llenar la bolsa de la compra con lo mejor de la despensa gallega.
"No la he echado de menos porque he seguido viviendo más o menos todas las semanas", explica Javier Álvarez, profesional al que teletrabajar le permite acudir esta temporada a la Plaza de Pontevedra. Explica que "habitualmente es mi mujer quien hace la compra pero ha tenido que estar confinada y ella sí echaba de menos volver", un sentimiento que aseguraban compartir otros muchos clientes que no salieron de sus domicilios hasta esta nueva fase.
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Otro tanto sucedía en Marín, cuya plaza vivió una jornada de gran animación, en la que no solo hubo tiempo para las compras sino también para los reencuentros y las conversaciones para ponerse al día. Es lo que pasó en el puesto de la veterana florista que se reincorporó ayer y explica que "llevo aquí 33 años y esto es lo más raro que ha pasado, pero con mucho. Decía hoy una clienta de 92 años que ella pasó dos guerras y nunca se cerró la iglesia".
Los puestos de flores eran precisamente de los más esperados en esta nueva fase y el reinicio ha sido para muchos de ellos alegre, tras la debacle de las pasadas semanas. Un buen ejemplo es la floristería de Adolfo Riveiro, que reabrió ayer en la Plaza de Pontevedra y que constata que "la gente estaba esperando, deseaba macetas para las ventanas", una buena demanda tras haber tenido que tirar "6 contenedores de plantas a la basura".
Entre planta y flor (también descartó una cámara preparada para los pedidos del arranque de temporada) "he tenido unas pérdidas de 5.000 euros", resume. Le ha supuesto "empezar de cero" y lo invita a reflexionar sobre cómo será su negocio en el futuro. "Tendré más variedad, pero no meteré tanta mercancía", tanto en el puesto del Mercado como en la tienda situada a unos metros, en donde las clientas se acostumbran a pedir desde la puerta, hacer cola y, especialmente, a no tocar las plantas.
"Cada vez los clientes están más concienciados", ya sea en la necesidad de guardar distancias como en el uso de protectores, explica Ana Belén Lubiáns, del puesto de productos gallegos A Landocha, uno de los que ha abierto durante todo el confinamiento. "Hasta ahora estuvimos vendiendo bien pero al al abrir todos los comercios tuvimos un ligero parón, aunque ya se ve algo de movimiento" en una semana que ha resultado flojilla a pesar de que el pasado fin de semana ya empezó la venta de marisco, uno de los grandes reclamos.
Con los particulares que llenan la cesta diaria, acuden al Mercado profesionales que compran producto para sus restaurantes como Juan Castiñeira, que celebra que "es una época abundante de especies de pesca artesanal" y también pueden encontrarse "todo tipo de mariscos". Los marineros salen al mar, añade, y "está siendo una primavera muy productiva, pero se paga precios bajísimos a los marineros en comparación con lo que se pide después al cliente final, lo que repercute en precios exagerados".
Timoteo, de Peixes Timoteo, coincide en que "es un buen momento para comprar pescado fresco" y explica que esta semana la afluencia en el Mercado capitalino "bajó un poco con respecto a la pasada, cuando ya se había estabilizado, pero con los nuevos cambios siempre hay unos días de adaptación" hasta que los clientes vuelven al puesto habitual.
Los que lo hicieron ayer pidieron sobre todo "raya, merluza, rapante o salmón", opciones inmejorables de la despensa de temporada con las que llevar a la mesa recetas saludables, sostenibles y comprometidas con la economía local.
