El "homenaje que se merecía por él mismo y lo que implica para la historia del arte". Rosario Sarmiento, comisaria de la exposición, resume así "Leopoldo Nóvoa 1919-2019", la muestra que abre esta tarde sus puertas en el Museo y que propone un recorrido por el trabajo del artista pontevedrés desde sus primeras obras en los 50 hasta la última de 2010, dos años antes de su muerte en París.

Para ello reúne 50 obras, a la cabeza cuadros pero también libros ilustrados, documentos personales y esculturas, en un periplo que se completa con un documental homónimo firmado por Xurxo Lobato.

El director del Museo, José Manuel Rey, ejerció en la mañana de este jueves de anfitrión de la presentación de la muestra, que abrirá sus puertas a las 20 horas y podrá visitarse en el Sexto Edificio hasta el 26 de abril.

Ceden otras trece coleccionistas particulares, familiares, galeristas o fundaciones como Barrié y Luis Seoane; entre ellas dos trabajos de gran formato que se exhiben por primera vez, pertenecientes a la Fundación BBVA y un coleccionista coruñés. Sumadas, proponen un recorrido cronológico en una trayectoria vital "marcada por el viaje", por ser "un emigrante que va y viene", de Galicia a América, París y de nuevo Armenteira, recuerda la comisaria de la muestra.

Sarmiento destaca que Leopoldo Nóvoa es "uno de los grandes artistas de Galicia de la segunda mitad del siglo XX" y "referencia absoluta" en la abstracción. Nacido en la parroquia pontevedresa de Salcedo, cuando es joven vive en Montevideo y en sus primeras obras se percibe la influencia de Joaquín Torres García.

En 1947 conecta con otra persona clave, Luis Seoane, que propicia su primera exposición en Buenos Aires. Varias de esas primeras obras dan la bienvenida a la exposición, con una paleta colorista tan infrecuente en Nóvoa.

A finales de los 50 van desapareciendo las referencias formales y figurativas y la materia adquiere protagonismo. Con ella, el espacio y la luz son otros de los elementos de reflexión y trabajo "que ya no abandonará", como recordó la comisaria de la muestra.

Con su traslado a París se completa el triángulo de personajes claves en la vida del artista al conocer a Oteiza, "que le influye en el cambio hacia la abstracción".

El incendio de su estudio en la capital francesa, en la que pierde toda su obra, 2.000 obras y también trabajos de amigos y colegas, lo hace retratarse a sí mismo como "un hombre sin historia" a unos meses de cumplir 60 años.

Sobrevive al trauma "y empieza a pintar de un modo frenético", explica Sarmiento, obras como el "cuadro hermoso, de tonalidades rosadas que pinta tras un viaje a Venecia" que también figura en la exposición.

Otro hito será la inauguración, en 1983, de su estudio de Armenteira, obra del arquitecto Celestino García Braña y "fundamental en su segunda amplia etapa vital" ya que le proporciona un nuevo elemento, las cenizas, presente en varias de las obras más destacadas que pueden contemplarse en la exposición. Armenteira es, resumió Rosario Sarmiento, "el mejor sitio donde se puede entender a Nóvoa y su pintura, esa luz, ese espacio es donde mejor se puede entender a Leopoldo".

Su obra refleja "el dolor, la emigración, el desastre, la muerte€ Todo el mundo del dolor está aquí", en el trabajo de un autor que "bebe de las fuentes del informalismo y que tiene poca esperanza en la vida", pero a pesar de ese duro componente "son cuadros de una belleza extraordinaria, aunque él no quería expresar belleza".

El director del Museo avanzó que la exposición se completará con "diferentes actividades pensadas para da a conocer la relevancia como artista de Leopoldo Nóvoa y su carácter de referente" y se completará con un "catálogo de calidad".