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John Holloway: "No podemos ser optimistas, no están los tiempos, pero sí hay que cultivar la esperanza"

"Simplemente no pensábamos en el auge del fascismo. Pues está ahí. Y, claro, da miedo"

Jonh Holloway interviene en la Semana de Filosofía. // Santos Álvarez

"Los muros nos están encerrando, nos aprietan, amenazan con eliminarnos", critica John Holloway, que participa en la Semana Galega de Filosofía para abogar por el fin de las fronteras, también aquellas que están entrando dentro de nosotros "reproduciéndose en nuestras mentes como identidades, clasificaciones?"

- Usted defiende la "necesaria desaparición" de las fronteras

-Si, es eso, sí. Estoy en contra de las fronteras.

- ¿Qué mensaje quiere trasladar en Pontevedra?

-Creo que estamos viviendo en un mundo donde las fronteras están creciendo, la consecuencia más obvia son los muros, como el de Trump entre Estados Unidos y México, pero también es el caso del Brexit, son distintos tipos de muros. Y eso se reproduce por todos lados, el rechazo a los refugiados, a los inmigrantes? Mi mensaje es un rechazo a las fronteras físicas pero también las conceptuales, porque me parece que el mundo intelectual se está cerrando. Lo que somos capaces de pensar se está estrechando.

- ¿Lo percibe así?

-Es muy notable en las universidades, un efecto de la privatización de la educación en muchos países. Pero también es un producto de la adecuación de las universidades públicas a las normas de la competencia. Todo eso va excluyendo la posibilidad de un pensamiento crítico, hay que plantearse cómo rechazar esa restricción del pensamiento.

- El dinero como el becerro de oro, las fronteras? ¿Qué es lo que más le sorprende del mundo contemporáneo?

-Me sorprende, y pienso que quizás le sorprende a todos, la rapidez con la cual han crecido las fronteras, la rapidez de la desintegración de lo que era más o menos un consenso liberal, con todo los problemas que implica pero sí, implicaba ciertas perspectivas, cierta idea de cómo la sociedad iba a tratar a la gente. Y eso me parece que se ha transformado mucho más rápidamente de lo que esperábamos. El auge del racismo por ejemplo, el auge de la extrema derecha en muchísimos países por todo el mundo, eso si que me hace estar sorprendido y sí, eso da mucho miedo.

- Esta misma semana se publicaba que los fascistas del presente (ojo, no los del futuro, los del presente) han nacido en suburbios de Marsella, París o Lyon ¿hasta en eso hemos perdido el norte?

-Hasta en eso. Y es interesante cómo empezó usted la pregunta, "los fascistas del ahora, no los del futuro". Y creo que hace 20 años no hubiese pensado en los fascistas del futuro sino del pasado, pensábamos que, vamos, que por lo menos eso ya no.. Eso ya no. Había políticos de la extrema derecha pero simplemente no pensábamos en ese auge del fascismo. Pues está ahí. Y, claro, da miedo.

- ¿Por qué recomienda la cultura?

-Necesitamos la cultura para compartir experiencias diferentes del mundo, cuando leemos libros nos estamos colocando en la piel, en la situación de otros. Ganamos en empatía, en entendimiento, en esa capacidad de ver que hay otras posiciones y otras formas de ver el mundo.

- ¿Y me invitaría a ser optimista?

-( risas) Creo que estamos obligados a tener esperanza y buscar, pensar y dedicar todo a la realización de la esperanza, que no es exactamente lo mismo. Ser optimista es pensar simplemente que todo va a salir bien, y creo que en este momento no podemos pensar que eso va a ser así. No podemos ser optimistas, no están los tiempos, pero si tenemos que cultivar la esperanza, tenemos que pensar más bien que aún en la situación más terrible estamos obligados a buscar una manera de salir de ella, una manera de pensar la esperanza. Y creo que sí, creo que de todo ello también quiero hablar en Pontevedra, no exactamente de la esperanza, pero si de la necesidad de recuperar esta idea de la evolución, de cambio radical, que se está perdiendo.

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