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El meollo

Apelando a Ana Pastor

Apelando a Ana Pastor

Si alguien reúne el perfil ideal para solventar el despropósito que rodea a la situación de la oficina del DNI en esta ciudad, esa persona es la ministra Ana Pastor, que hasta se lleva bien con Lores. Naturalmente, con permiso del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que no está para estas minucias pontevedresas, con lo revuelto que hoy anda el mundo.

No solo queremos sumarnos a las voces airadas contra una situación que clama al cielo, por todo lo que tiene de desatino y hasta de extravagancia el hecho puesto de relieve por José Freire, la voz más representativa del Sindicato Unificado de Policía. También deseamos buscarle una pronta solución a esa mudanza doblemente beneficiosa, tanto para la Comisaría Provincial, que ganaría un espacio necesario, como para la oficina del DNI, que mejoraría su operatividad en un lugar más adecuado.

No hay otra intermediaria mejor de esta causa justa que Ana Pastor para tratar de entrar en razón a Cristóbal Montoro y a Jorge Fernández. Eso se le supone, al menos.

En una ciudad pequeña, donde sobran muchos metros cuadrados de edificios oficiales sin uso ni beneficio, un ministro que se precie de serlo no puede imponerle a otro un alquiler desorbitado para acoger una dependencia del propio gobierno que ambos representan. Nadie comprende tamaña cabezonería.

A la búsqueda y consecución de ese acuerdo contribuye además este clima preelectoral, donde los políticos sienten el aliento de los ciudadanos en forma de votos más cerca que nunca de sus finos oídos.

Un café de apenas diez minutos entre ambos ministros tendría que resultar tiempo más que suficiente para un apretón de manos y asunto zanjado.

El meollo de la cuestión está en saber sí quiere, sí debe y sí puede la ministra afrontar con decisión una salida a este incómodo enredo. Sobre las dos primeras premisas no existe la menor duda. Pero otra cosa distinta ocurre con la tercera: las buenas relaciones entre Cristóbal Montoro y Ana Pastor no tenemos por qué suponerlas, dada la habilidad del ministro de Hacienda para hacer amigos y granjearse simpatías entre sus propios correligionarios. Este asunto constituye un claro ejemplo.

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