Primer salto. En el mismo corazón de esta ciudad de premio, la plaza de la Herrería y su entorno, pueden encontrarse en un plis-plas tres ejemplos de cosas que dejan mucho que desear. La cuestión más perversa tiene que ver con la actuación realizada sobre el paseo de Antonio Odriozola para suprimir las tan traídas y llevadas "barreiras arquitectónicas" que, como todo el mundo sabe, era un problema que inquietaba mucho a los pontevedreses. Curiosamente la única "barreira" no eliminada fue esa formada por tres grandes letras "BOA", cuya finalidad última consiste, como hemos repetido tantas veces, en forzar el paso de vehículos públicos y semipúblicos por la misma Herrería para "escachar" cuanto más, mejor, sus maltratadas losas. El meollo de la cuestión está en adivinar quien y cuando va a poner remedio a semejante disparate.

Segundo salto. "Viva yo, muera tú. Firmado: el PP". Probablemente es la pintada callejera de esta ciudad que ha permanecido más tiempo incólume, como si de la máxima intocable de un sabio ateniense se tratara. Abstenerse de comentarla los despistados que pasan por delante a diario pero no la ven, ubicada como ésta en el lugar más céntrico, sobre la pared colindante del Saboy, entre la Peregrina y la Herrería. Mejor reclamo, imposible. Desde que descubrímos por casualidad la profundidad de su mensaje, hemos perdido la cuenta del tiempo que lleva ahí para regocijo de agudos filósofos y libre pensadores locales. El meollo de la cuestión está en adivinar si la tardanza en privar a pontevedreses y visitante de esta ocurrencia genial constituye una cuestión de pasotismo, dejadez, o se trata de un asunto ideológico de mal gusto..

Tres en raya. La supresión de las camelias de la Herrería como la cosa más natural del mundo ha sido una discreta hipótesis barajada por el grupo municipal del BNG que ha provocado las reacciones más diversas entre propios y extraños. Del asombro a la indignación, pasando por el insulto puro y duro. Sin embargo la reflexión tiene su lógica: literalmente fulminado el paseo de Antonio Odriozola, ahora integrado en la misma plaza, ¿para que mantener unos arbustos que no dejan de romper la explanación impersonal y monocorde deseada para la Herrería, prima hermana del modelo aplicado en la plaza de España. El meollo de la cuestión está en saber si el pésimo cierre de las camelias de la Herrería, con adoquines demasiado juntos y mucho cemento, tiene una finalidad inconfesable y acabará provocando su muerte natural.