“El tiempo no tiene importancia cuando haces encaje, se sabe cuando se empieza y se acaba cuando Dios quiera”, explica Rosa Encarnación Liñeiro, artesana de Camariñas que ayer presentó sus obras en IV Encontro de Palilleiras, una cita que convocó en Pontevedra a 800 especialistas en labores procedentes de las distintas provincias gallegas y de comunidades como Castilla León, Murcia o Asturias.

Las (y los, porque la presencia masculina es muy escasa pero cada vez mayor) más jóvenes, de tan sólo 4 años, pudieron aprender los secretos de especialistas que rondan los ochenta y que acumulan más de seis décadas de experiencia.

Todas coinciden en que “el dinero no paga lo que vale el trabajo” -un exclusivo paño de encaje de Camariñas, por ejemplo, supone hasta doce días de trabajo para una palilleira- y que el encaje es la expresión de un mundo flexible que se abre a distintas épocas y estilos.

Así, como extra del encuentro se expusieron piezas de moda y complementos que prueban que esta artesanía también es vanguardia. Broches, adornos para sombreros y hasta pins de encaje compitieron con los remates de blusas y empuñaduras que a buen seguro firmaría cualquier modisto.

Todas las piezas expuestas (entre las que figuraban propuestas tradicionales como los complementos del traje de gallega o sofisticadas mantelerías) fueron realizadas por las integrantes de la asociación pontevedresa “A Fieitiña”, organizadora del encuentro.

La todavía delegada provincial de Cultura, María Xesús López Escudeiro, fue la encargada de leer el pregón de esta fiesta de la artesanía que también visitaron el alcalde y las concejalas Teresa Casal, Celia Alonso y Lola Dopico.

Como los numerosos visitantes del encuentro, tuvieron oportunidad de recorrer los puestos de venta (hasta una veintena de estands se instalaron en el recinto ferial) que ofertaron una amplia variedad de hilos, plantillas, bobinas, dedales, lámparas para iluminar el bordado o máquinas de coser.

Con todo, las más visitadas fueron las palilleiras, que durante horas se afanaron sobre sus mundillos para continuar sus labores.

También hubo tiempo para el ocio y más de un centenar de artesanas se animaron a subirse al tren turístico que visitó el recinto ferial y recorrer los principales espacios monumentales de la ciudad.

Y los que se consideran con suficiente habilidad y paciencia tuvieron a su disposición almohadas e hilos con los que iniciarse en esta práctica que, como recuerda “A Fieitiña” , cada año va a más: “Empezamos con 300 palilleiras y 50 asistentes y mira hoy”.