Cada día, desde que terminó el confinamiento y se autorizaron las actividades grupales al aire libre, dieciséis pacientes con enfermedad mental grave de Ourense -fundamentalmente, esquizofrenia- comparten una caminata de seis kilómetros por la senda del río, en dos grupos de ocho personas y protegidos con mascarillas. Forman parte de un estudio que replica otro efectuado en Vigo para medir el efecto del ejercicio físico en parámetros metabólicos de la salud como el nivel de glucosa o de colesterol, o el perímetro abdominal. Tras una analítica realizada al inicio del programa, se les hará otra de control a los seis meses, para comprobar si han experimentado beneficios. Este colectivo suele ser más vulnerable a estilos de vida insanos, por la alta incidencia de sedentarismo, consumo de tabaco y hábitos de alimentación desequilibrados.

"Hay un exceso de riesgo cardiovascular en personas con trastorno mental grave, porque en muchas ocasiones conlleva una dificultad a la hora de tener voluntad y alterar los hábitos hacia unos más saludables. Además, muchos son fumadores o grandes fumadores. La enfermedad mental afecta también a la capacidad de disfrutar de actividades como dar un paseo. La abulia y la anhedonia por causa de la enfermedad, la incapacidad para sentir placer e interés por cualquier actividad, correlacionan con un peor pronóstico en parámetros de tipo metabólico, ya que dificulta mantener una actividad física. Luchamos contra esta dificultad siendo insistentes, procurando un cambio y fidelizando a primera hora a pacientes a los que les cuesta madrugar", indica el psiquiatra Alexandre García Caballero, el responsable del hospital de día del servicio de Psiquiatría de Ourense.

"Están satisfechos con el resultado y con que el grupo tire para poder hacer algo que deseaban desde hace tiempo. De hecho, antes de Navidad se planteaban los buenos propósitos del nuevo año y estos eran dejar el tabaco y hacer ejercicio físico. Creamos un grupo de tabaquismo antes del confinamiento para ese objetivo personal. Hubo que interrumpirlo por causa del confinamiento pero ahora retomamos este programa, que se verá complementado con uno de dieta saludable, dentro de los proyectos de humanización del CHUO, con un taller de cocina para los pacientes, de entrada en grupos reducidos de seis. La idea es mejorar las pautas de un tipo de personas que suelen ingerir alimentos poco saludables, cocinan peor y tienen menos cultura gastronómica", explica el doctor.

Socializar y reducir tensiones

Con la misma filosofía de buscar beneficios añadidos a la terapia convencional de salud mental -socialización, cohesión y refuerzo de la autoestima-, se emplea la huerta ubicada en la cubierta del nuevo edificio de hospitalización del CHUO, en la octava planta. El aire libre, además, permite retomar las actividades presenciales y colectivas, con menor riesgo de contagio por coronavirus. La psicoterapia grupal se traslada a ese espacio del exterior en el que los propios pacientes, cada uno con sus conocimientos particulares y bajo la supervisión de los profesionales clínicos, cultivan y mantienen las flores, como geranios y petunias, así como los productos de la huerta, como lechugas, judías, guisantes o tomates.

La jardinería puede mejorar el bienestar, al tratarse de una actividad lúdica que permite ampliar la red social, obtener experiencias emocionales positivas y reducir las tensiones. Además, como actividad física alternativa puede ayudar a mantener hábitos saludables ya que resulta más motivadora que otras de una mayor exigencia física, y las personas con trastorno mental grave se sienten, por lo general, cansadas y apáticas.

"En muchas ocasiones han tenido experiencias desafortunadas en grupos previos, o incluso han sufrido acoso en la escuela o el trabajo. Es un grupo con todo lo que la palabra significa, el de tener una misión común para que cada uno de los integrantes pueda sentirse acogido. La experiencia grupal positiva es muy importante de cara al trabajo de rehabilitación", subraya el especialista.

El hospital de día y el 'club'

El hospital de día de Ourense atiende a unos 25 pacientes con trastorno mental grave. Además hay otros 35 que no están ingresados pero acuden a determinadas actividades, formando parte del denominado 'club de pacientes'. Los miércoles, por ejemplo, participan en talleres de poesía distribuidos en microgrupos de unas ocho personas. El perfil del colectivo es plural, desde los 21 años a los 60, de ambos sexos.

Durante el confinamiento, que paralizó y alteró la vida en todas sus esferas, la atención a estos pacientes se mantuvo gracias a la tecnología, con seguimiento telefónico, Whatsapp y videoconferencias. "En general la evolución fue positiva y se sintieron apoyados en todo momento. Su comportamiento fue excepcional y no hubo descompensaciones ni problemas, más allá de los lógicos miedos, a pesar de lo difícil que esto resultó para todo el mundo, y a que muchos de ellos eran cuidadores y al mismo tiempo cuidados por personas de riesgo", asegura el psiquiatra.

García Caballero destaca que, ante el previsible repunte de agudización de enfermedades y nuevos casos de patologías psiquiátricas, es imprescindible reanudar las actividades grupales y disponer del huerto terapéutico es clave. Los pacientes -añade-, pueden asociar las visitas al hospital con momentos de ocio, recuerdos positivos y experiencias grupales enriquecedoras.