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Tensión en la prisión por falta de droga

Familiares y amigos la portaban al interior durante las visitas "en el ano o la vagina"

Centro Penitenciario de Pereiro de Aguiar. // Iñaki Osorio

La Prisión de Pereiro de Aguiar cuenta con casi 300 reclusos, que han dejado de recibir visitas desde la declaración del estado de alarma, el día 13 de este mes. Esto ha derivado en una enorme tensión entre los internos, por la paralización de la entrada de droga en el recinto, que hasta ahora portaban sus parejas, familiares o amigos, "oculta en recipientes que introducían en el ano o en la vagina", muy difíciles de detectar, según revela un funcionario perteneciente a la "Asociación de Trabajadores Penitenciarios Tu Abandono me Puede Matar".

Los internos no pueden buscar un sistema de suministro alternativo, porque los permisos de salida "están cortados" debido al confinamiento, lo que "genera impaciencia" entre la población penitenciaria que los solía disfrutar.

Pese a que no se ha detectado ningún positivo por coronavirus, los trabajadores del centro critican el retraso de la llegada de mascarillas y guantes, "solamente nos habían proporcionado hidrogel". Son conscientes de que el "foco más grande de posible contagio se encuentra en el personal que entra de fuera, que es el funcionario", por lo que intentan no entrar en contacto con los reclusos, ante el temor a contagiarles la enfermedad.

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Esto incrementa la tensión todavía más entre la población reclusa, al ser conocedores de que muchos de ellos "cuentan con pluripatologías y dependencias, por lo que son más vulnerables en caso de contagio".

Los reclusos no tienen problemas para recibir dinero, que les pueden transferir sus familiares o amigos desde el exterior. "Lo que no les llega es la droga, por lo que el nerviosismo de los internos dependientes es mayor". La situación se puede amortiguar, mediante el suministro de la metadona o de tranquilizantes, por parte del personal médico, pero "no calma la ansiedad de los que están más enganchados".

Los funcionarios de prisiones confiesan que tienen "miedo, porque esto puede provocar conflictos graves" como los registrados en Monterroso, Valencia y Puerto III. Y advierten sobre el problema de que la Prisión de Pereiro de Aguiar "tiene una plantilla mayor, con una media de edad que supera los 54 años".

Una funcionaria consultada destaca que los trabajadores de este centro se encuentran con la dificultad de que tienen que "hacer a mano" la apertura de celdas y módulos de las instalaciones cuatro veces al día, "con el riesgo de contagio que esto puede suponer durante la pandemia", mientras que las macroprisiones disponen de un sistema de apertura electrónico.

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