A. N. es un varón marroquí que permanecía en busca y captura para responder como acusado de un robo y agresión sexual ocurrido en 2017 en Ourense. La Audiencia Provincial podrá sentarlo en el banquillo a finales de febrero, junto a otro coacusado, I. A. B., de origen rumano, que hasta la fecha ha acudido a los dos intentos previos por enjuiciar estos hechos. Hubo dos señalamientos previos que tuvieron que suspenderse porque la víctima no acudió y su testimonio es fundamental. En el segundo intento, en noviembre, alegó enfermedad remitiendo un fax desde Marruecos.

El acusado en busca y captura fue localizado en Ceuta hace dos semanas y se encuentra en prisión, por lo que esta vez su comparecencia a la vista está garantizada. Queda por conocer qué hará el denunciante en esta tercera citación.

La víctima no ha mantenido una actitud activa en el caso. Tras presentarse en comisaría para denunciar un robo violento y una agresión sexual, se marchó a casa "a buscar el DNI" y no regresó hasta 5 días después. Con el proceso ya en trámite contra dos encausados, compareció para mostrar su renuncia al ejercicio de acciones legales y solicitar el archivo del caso. Pero la justicia ya tenía elementos para intervenir.

La Fiscalía pide 11 años y medio de cárcel, 360 euros de multa y 10 años de alejamiento, por presuntamente robar, golpear y agredir sexualmente al otro varón. Sobre las 21,30 horas del 25 de enero de 2.017 los procesados, junto a una tercera persona no identificada, quedaron con la víctima -ciudadano marroquí- con el supuesto fin de comprarle un teléfono. Se dirigieron en coche a la zona de Oira y una vez allí, presuntamente A. N. puso un cuchillo en el abdomen a la víctima, diciéndole que se lo clavaría si gritaba o hacía algo, porque no tenía "nada que perder".

Según el ministerio público, trasladaron a la víctima a Oira, donde tras agredirlo lo obligaron a que les entregara todo lo que llevaba. Lograron 96 euros en efectivo y dos tarjetas, otra de un supermercado y un móvil. La acusación pública sostiene que tras cachearlo, intimidado por la fuerza y a punta de cuchillo, obligaron a que se desnudase y practicara una felación al procesado A.N., el cual en un momento determinado le introdujo los dedos por el ano. Lo dejaron marchar pero advirtiéndole de que no denunciara o lo matarían. Devolvieron las tarjetas y el móvil a la víctima, a través de un tercero, en un local de ocio.