El conjunto arqueológico natural de Santomé, a tres kilómetros del centro de Ourense, está musealizado desde el año 2000 y forma parte del circuito turístico y divulgativo, por lo que son muchos los visitantes que han recorrido sus calles y restos arquitectónicos y han contemplado las peculiaridades del asentamiento en altura aprovechando las terrazas naturales. Todo ello en un entorno natural que forma parte inseparable del castro, integrado en un bosque de robles, alcornoques, encinas, variedades de pinos y érbedos.
Menos conocidos son los hallazgos que el Museo Arqueolóxico de Ourense ha ido inventariando en sucesivas intervenciones dirigidas en el yacimiento desde 1983. Son innumerables restos materiales que configuran el puzzle cronológico de lo que fue la vida en este espacio desde el asentamiento castrexo a mediados del siglo I a.C. hasta la última ocupación que se prolongó hasta el siglo V.
Una selección de más de 300 de estas piezas conforma la exposición que ayer se inauguró en la sala de Afundación de la Praza Maior y que podrá visitarse hasta el 8 de marzo. Un oportunidad única, explica Xulio Rodríguez, director del Museo Arqueolóxico y responsable de la primera excavación en Santomé en 1983, para realizar "una visita al pasado y ver en estos objetos no solo su belleza sino su función de reconstrucción de la historia". La colección, en la que se han seleccionado las piezas que mejor ayudan a configurar la vida de Santomé en sus diferentes etapas, ofrece también una visión del trabajo de investigación, valoración y restauración realizado por el personal técnico del Museo Arqueolóxico.
El conselleiro de Cultura y Turismo, Román Rodríguez, fue el encargado de inaugurar la muestra que, dijo, incluye piezas "de extraordinario valor histórico". Invitó por ello a visitar el propio yacimiento, "un lugar de encuentro entre naturaleza y pasado que es una metáfora perfecta de la simbiosis que ofrece nuestra tierra", afirmó.
Aunque la colección expuesta no presenta todavía las piezas descubiertas en la última intervención realizada este verano, ya que están en fase de estudio y valoración, el conselleiro afianzó el compromiso adquirido con la actividad arqueológica en Santomé, con el objetivo de profundizar en el conocimiento de todo el conjunto.
El recorrido por la exposición permite conocer como eran las casas y la vida cotidiana en este asentamiento a través de instrumentos domésticos y de alimentación como recipientes de cerámica y de vidrio, elementos de iluminación o lucernas. En el apartado de la economía, los hallazgos revelan actividad textil y metalúrgica, trabajos relacionados con la agricultura y la pesca, además de una dilatada circulación monetaria que revela una importante dinámica comercial con ejemplares que comprenden desde la época de Augusto a los bronces del siglo IV. Placas de cinturón, atalajes de caballos que representan a la élite del poder, y otros elementos hablan de la religión y la superstición, los juegos, la escritura, la medicina y la higiene.
Santomé destaca por ser uno de los pocos ejemplos de la Península donde aún se puede observar la convivencia, en el tiempo y en el espacio, de dos culturas muy diferentes: en la parte más elevada, el castro y, en la zona baja, una típica villa galaico-romana que llegaron a convivir en el siglo I d.C., lo que pone de manifiesto como los modos y formas romanas convivieron con las tradiciones anteriores, creando modelos que van a pervivir mucho tiempo en la Galicia rural.
