Una vez que crecen los loros pueden comer casi de todo. Entre las excepciones se encuentran aquellos alimentos que en español terminan en -ate, tales como chocolate, tomate, aguacate... Estas prohiciones se deben a que su hígado no procesa las toxinas que contienen dichos alimentos. "La guindilla les encanta, al no tener papilas gustativas pueden comer todo el picante que quieren", explica Ángel. Además, son aves muy cabezonas y tienden a querer la comida que están comiendo sus dueños. Maya, por ejemplo, le riñe a la pulpeira cuando no le da un cacho de pulpo y cuando a Vera y a Elmo le dan pulpo para comer se encargan de que no se les caiga nada.