El hombre con demencia acusado de matar en enero de 2017 a su mujer y cuidadora en O Carballiño se enfrenta desde el lunes a un juicio con jurado. La Fiscalía solicita 14 años de internamiento en un psiquiátrico penitenciario para José Alén. Pedirá esa medida y la absolución por eximente completa, dado su estado mental. La acusación particular solicita, de entrada, 15 años de prisión. La defensa no acepta los términos y discutirá la autoría apelando a la incapacidad mental de Alén y a indicios que, a ojos del abogado, no descartan que otra persona matara a Virginia Ferradás, de 55 años, en el domicilio conyugal.

Alén, en prisión preventiva, padece una enfermedad neurodegenerativa: una demencia frontotemporal de tipo conductual. Según los forenses, tiene una "grave afectación de sus facultades de comprensión y actuación", con "un deterioro grande de las funciones cerebrales superiores, con rigidez y falta de flexibilidad del pensamiento y alteraciones de la conducta, las emociones y la afectividad". Cuenta con escasa o nula capacidad de juicio crítico, de abstracción, o de entender metáforas.

"Grave afectación" mental

La Fiscalía sostiene que mató a su esposa, -llevaban 35 años casados-, en la casa donde vivían con regularidad tras regresar en 2015 después de casi tres décadas de emigración en Suiza, una vez que Alén empezó a manifestar signos de su enfermedad. Presuntamente, el hombre la asfixió tras una discusión porque ella, preocupada, no quería dejarle las llaves para que no saliera. La víctima tenía signos de estrangulación por el cable de la lámpara y a mano, barajándose como un tercer mecanismo la compresión de la cara contra el colchón.

Alén pasó un mes ingresado en el CHUO, entre octubre y noviembre de 2016, y varios días en 2017. La última vez que lo atendieron en el hospital fue del 18 al 19 de enero de ese año, apenas semana y media antes del crimen. El hombre se encaramó al tejado del domicilio conyugal y permaneció allí durante seis horas, hasta que su hermano logró convencerlo para que bajara. Lo vieron en Urgencias pero recibió el alta y regresó a casa junto a su esposa y cuidadora, quien había acudido a los servicios sociales del Concello de O Carballiño para que una asistenta en el hogar la ayudara a atenderlo.

Los familiares de ambos se preocuparon al ver que el matrimonio no había acudido a una comida. No lograron contactar a lo largo de todo el día. Agentes de la Guardia Civil y la Policía Local accedieron a la vivienda a través de un balcón de la segunda planta, gracias a los bomberos. Localizaron el cuerpo sin vida de la mujer, de rodillas y con la cabeza apoyada en la cama. Alén estaba en el piso inferior, semidesnudo, con la camiseta ensangrentada y un cuchillo en la mano. Se autolesionaba en el cuello. Dijo a los agentes que lo redujeron: "Eu non fixen nada".

La defensa propone como sentencia más desfavorable un control psiquiátrico y que Alén termine en un geriátrico. La Fiscalía, en un psiquiátrico de la administración penitenciaria (en España solo hay dos, en Sevilla y Alicante). Pero el abogado quiere la absolución. Argumenta que durante los años de matrimonio no hubo episodios de violencia de género. Indice en el estado psiquiátrico de Alén para descartar que él hubiera matado a su mujer. Añade que la policía encontró al acusado con un cuchillo, mientras que las lesiones de la víctima eran por estrangulamiento. "Mantuvo desde el fatal hallazgo una total ignorancia de lo sucedido, llegando a indicar días después que 'Virginia está en Carballiño". Sostiene que "sus manos no presentaban laceraciones u otras marcas que evidenciasen haber ejercido fuerza empleando el cable de la lámpara o la estrangulación manual".

La duda del ADN en las uñas

Apela a la duda razonable. La inspección ocular constató que ninguna puerta de la vivienda fue forzada, "pero no se observó si una puerta pequeña, aparte del portón del garaje, que permite acceso a la vivienda, estaba o no abierta". En las uñas de la víctima se hallaron restos biológicos de un hombre que no es el acusado, "de identidad desconocida".

La magistrada de O Carballiño que llevó la instrucción restó valor a este hecho recordando que puede producirse una transferencia de ADN en un simple apretón de manos.