Está reconocido como un escritor de culto, con un valor sólido y consolidado, que cuenta con un importante número de seguidores que admiran su calidad, pero de alguna forma se le continúa resistiendo el gran público, porque se niega a realizar concesiones. Y a pesar de eso, su trayectoria está jalonada con siete magníficas novelas, libros de relatos y abundantes premios, como el Mor de Funtes (1973), Hucha de Plata, Gabriel Miró (1986), Gabriel Sijé (1988), Felipe Trigo (1993), Constitución (1987) y Bruguera (2008).

-La novela E.A.B. (Escritor Ágrafo Bipolar), que presentó ayer en El Cercano, está vinculada con Tela de araña.

-Esta novela es anterior a Tela de araña. Tiene el mismo protagonista. El argumento sería un paseo de noche por Santiago, realizado por dos escritores.

-¿Hay algo de autobiográfico en esa obra?

-Hay un contenido autobiográfico que es muy claro. El segundo protagonista de la novela, Manuel Vilas, es un escritor amigo mío. También aparece el escritor y catedrático Germán Sierra, con el que comí alguna vez en Santiago. En ese sentido, sí que tiene algo autobiográfico, pero muy leve. En lo que escribo, procuro pasar inadvertido lo más que puedo.

-Dicen que ningún escritor puede saltar fuera de su propia sombra, porque la obra se nutre de lo que ha vivido, de lo que ha leído y de lo que ha visto.

-En mi caso particular, todo viene de lo vivido, que uno puede cambiar y manipular a su antojo, pero fundamentalmente procede de lo leído.

-¿En qué situación anímica y creativa se encuentra el escritor J.M.P.A.?

-Desde el punto de vista creativo bien, porque he escrito mucho en los tres últimos años. Tengo ahora tres novelas inéditas. Estoy enviando alguna de ellas a editoriales. La última la terminé en enero. Y ahora estoy parado; leo, para tomar de nuevo el impulso.

-¿Cómo lleva usted el oficio de escritor?

-Es muy trabajoso. A mí me encanta escribir, pero desde luego no soy de los que disfruto escribiendo. Cuando me pongo a escribir lo paso mal, porque uno busca cosas que no salen? Generalmente, nunca creas la obra que sueñas escribir, porque eso solo está en manos de media docena o una docena de genios. Como yo trabajo sin argumento, a medida que escribo voy hilvanando; por lo tanto lo paso mal. Yo lo paso mal en el hecho de escribir, sin embargo me siento enormemente satisfecho de estar llenando mi tiempo con eso. Para mí la escritura es la vida. Cuando no escribo, parece que estoy aletargado. El hecho físico de escribir me resulta penoso, me resulta muy difícil llevarlo a cabo, pero a fin de cuentas la escritura me llena de vitalidad y de buenas sensaciones.

-¿Disfruta más como escritor o como lector?

-Disfruto mucho más al leer una buena obra.

-¿Todavía siente inquietud ante un folio en blanco?

-A mi me cuesta mucho. Tengo un horror al folio en blanco, porque yo sigo escribiendo a mano. Y me causan mucha desazón esos primeros párrafos, que al final siempre termino cambiando. Pero ponerme delante del papel, para pasar lo que tengo en la cabeza, me desconcierta; no sé lo que va a salir. Y cuando se rompe ese primer paso y surge el proceso de creación, todo fluye de una manera más natural, en los dos, tres o cinco años que le dedico a una novela. Luego te das cuenta de que algo que pensabas que era una maravilla no encaja y lo retiras. El proceso de corrección es el que más me gusta.

-¿Continúa escribiendo a bolígrafo?

-Sí, siempre escribo en papel cuadriculado, con el bolígrafo de toda la vida. Nunca escribí nada, directamente, en el ordenador. Cuando termino una obra, con las correcciones correspondientes, la paso al ordenador, para poder mandarla a una editorial.

-¿La inspiración se le resiste, si no tiene un bolígrafo en la mano?

-Se me acomoda muy bien el ritmo del pensamiento al de la mano. El ordenador me desconcierta, me descontrola; no me permite concentrarme. Por lo tanto, siempre escribo a mano.

-¿Corrige mucho?

-Sí, muchísimo. Alguna novela la he terminado en seis meses, y luego le dedico dos o tres años a la corrección y a la reescritura.

-¿Cuántas veces puede reescribir una novela?

-Tres o cuatro. Las suelo retocar muy a fondo, cambiando personajes, determinados pasajes, capítulos enteros, bailarlos de un sitio para otro? Eso lo hago siempre.

-Usted es un escritor de reconocido prestigio, con seguidores muy fieles. ¿Merece la pena el éxito a cualquier precio?

-El éxito hay que saber administrarlo, puede destruir al escritor. Un buen escritor, si se deja arrastrar por la notoriedad, se puede convertir en un fenómeno social o mediático. Cien años de soledad ha tenido un éxito de calidad, pero en cambio hay otro tipo de éxito, como el de los escritores que ganan el premio Planeta y luego se dedican a participar en tertulias. El éxito fulgurante es muy pernicioso, porque acabas en los medios de comunicación.