El concierto del saxofonista cubano Román Filiú con su banda formada por Luis Guerra (piano), Javier Moreno (contrabajo) y Rodrigo Ballesteros (batería) y la velada a continuación de claqué y jazz de Frasquita Vintage, se cerró en la noche de ayer el XXIII Festival de Jazz de Cangas, Canjazz, que estuvo marcado por la pandemia del Covid-19, con exigentes medidas de seguridad y una alabanza de la organización al público por su respeto, colaboración y grado de cumplimiento.

El músico Xan Campos, uno de los organizadores del festival, junto a Iago Fernández, integrantes de la Asociación de Jazz de Cangas, muestra su satisfacción por cómo resultó todo el certamen. Asegura que la gente fue muy respetuosa con el cumplimiento de las normas por el Covid-19. Respecto a las entradas, es cierto que en algunos conciertos se agotaron en la reserva y después no acudieron algunas de las personas, pero el aforo se llenó con la gente que acudió sin reserva. Respecto a los segundos conciertos de la noche, dice que funcionaron muy bien y que a pesar del cambio de escenario, de la mítica Praza do Costal a las naves de Ojea, el ambiente que creó el público fue muy agradable y se sintió la energía del jazz.