La borrasca Amelie se dejó sentir ayer con fuerza en el mar, con alerta naranja en todo el litoral de Galicia y olas en la Rías Baixas de entre 5 y 6 metros, lo que provocó que buena parte de la flota de bajura estuviera amarrada a puerto. En el caso de Bueu, su patrón mayor, José Manuel Rosas, asegura que todos los barcos estuvieron amarrados, mientras que en Cangas y de Moaña, según confirman sus gerentes, David Fernández y Luis Sequeiros, respectivamente, se trabajó aunque no todos. La flota se prepara para el inicio de la campaña de la centolla el día 11 con mala predicciones por escasez. La zamburiña, que ayer se abrió en Arousa, sigue cerrada en la ría de Vigo desde hace años por presencia de plomo.

En Cangas trabajaron ayer unos seis barcos de la navaja (la mitad del plan) que lo hicieron en la zona más arriesgada de la ría, en Cíes, donde había bastante mar, si bien los navalleiros trabajan cerca de la playa, más al abrigo. Trabajaron también un par de barcos del erizo y unos 15 de a flote, a la vara, ya que en invierno y para evitar el fuerte mar, lo hacen en los bancos más abrigados. Ayer trabajaron principalmente en el banco de Rodeira y en O Cabalo, en Vilaboa. Lo mismo le ocurrió al marisqueo a flote de Moaña, que trabajó en su totalidad -unos 40 barcos- en Rodeira y Cabalo. De igual forma faenaron las mariscadoras de a pie en la playa de A Xunqueira.

La borrasca también se dejó sentir en tierra con trombas de agua, si bien las agrupaciones de Protección Civil no fueron movilizadas para ninguna incidencia en este sentido, aunue los regatos bajaban muy cargados.

En Moaña este temporal de viento y lluvia dejó su huella sobre todo en el litoral de O Con, una zona siempre muy afectada por las fuertes rachas. De hecho, el tramo de la carretera José Costa Alonso paralela a la playa de O Con amaneció lleno de algas, así como el muro que separa el firme de la playa y la terraza del bar Marusía, que se ubica en una plataforma sobre la arena y que ayer por la mañana estaba completamente verde por las algas arrastradas por las olas. Este barrio amaneció también con los contenedores de basura tirados por el viento.

Protección para peatones

Sin embargo, lo más grave ocurrió en la céntrica calle Ramón Cabanillas cuando la tarde del domingo se desprendieron piedras de la cornisa de una vivienda sobre la acera. Coincidió con esta sucesión de borrascas, aunque tampoco fue consecuencia directa. La zona para peatones estaba acordonada ayer por la mañana, a la altura de la Travesía de Paz.

Los técnicos de Urbanismo del Concello exigieron a los dueños de la vivienda que señalizasen debidamente el corte del paso y que tomasen medidas para arreglar la cornisa y evitar más desprendimientos. No hubo que lamentar ningún herido.