La música y el baile fueron los protagonistas de la jornada festiva de ayer en la parroquia de O Hío. El buen tiempo acompañó a la tradicional danza de San Roque, la cual cuenta con varios siglos de historia. En la danza ancestral participaron quince bailarines, de los cuales diez eran galanes y cinco damas, representadas por niños vestidos de San Roque peregrino; el guía, el gaitero y un "caixeiro", encargado de la percusión. Los hombres son los únicos que tienen permitido participar en un baile que tiene como propósito agradecer al aanto por la curación de la peste que asoló la comarca en la Edad Media.

Los actos para celebrar el día de San Roque comenzaron a mediodía con una liturgia, en la que el párroco de O Hío, Emilio Alfonso Fernández, destacó la figura del santo. "A pesar de haber nacido en una buena familia, sus valores hicieron que renunciará a todo ello, para dedicarse plenamente a ayudar a los demás", expuso durante el acto eclesiástico. Durante la misa solemne el párroco recordó a todas las que se encuentran en situaciones complejas debido a una enfermedad.

A su finalización, la imagen de San Roque emergió desde uno de los laterales del Igrexario. A continuación, un grupo de músicos tocaron el himno galego y a la par los quince bailarines rindieron homenaje al santo, bajo la atenta mirada de cientos de feligreses que se acercaron desde distintos puntos de la comarca. Este es el caso de María González, una viguesa que desde hace veinte años acude a O Hío para disfrutar de la festividad declarada de interés turístico. "Siempre me han gustado este tipo de eventos. Todos los años intentó venir con mi marido", declaró. Julia Magdalena es otra de las devotas que se ha dejado caer por este lugar. "Yo ahora vivo en Pontevedra, pero aun así vengo todos los años para asistir a la misa y ver lo que bien que bailan los chicos", expone.La danza en honor a San Roque traspasa fronteras, atrayendo a multitud de turistas. Un ejemplo de ello es el matrimonio londinense que pasó la mañana de ayer en la parroquia canguesa para conocer "este baile tan peculiar".

Los bailarines interpretaron una coreografía en la que las tres filas de danzantes se alternaban al ritmo de las castañuelas que portaban ante el Cruceiro do Hío, que un año más fue el protagonista de la danza ancestral. Los diez galanes y cinco damas (que en realidad son niños vestidos con un traje de peregrino similar al de San Roque) se movieron por el espacio sin cometer errores gracias al guía, encargado de marcar cada uno de los pasos. Desde hace 6 años y tras la retirada de su hermano Eduardo, el cual también estaba presente, Manolo cumple con esta función. "É unha responsabilidade moi grande, xa que se eu me equivocó, equivócanse todos. Pero vale a pena, todo sea por manter a tradición viva", expuso. "A mellor forma de pasar o testigo a a tendo a seguridade de que vai cumplir de forma adecuado có cargo. O meu irmán dame esa seguridade, por esa razón decidín confiar en él fai seis anos e a verdade é que non hai ninguna queixa", declara entre risas.

La coreografía se organizó en torno a tres hileras. En las dos filas externas se situaron los galanes, vestidos con chaqueta, camisa y pantalón blanco, una vieira de plata amarrada a sus corbatas verdes y un sombrero. En el centro se encontraban las damas, portando la típica indumentaria peregrina del Santo. Los movimientos no eran estaticos, los integrantes circulaban entrecruzados al ritmo de la música.

La herencia cobra gran importancia en la danza de San Roque, ya que el testigo se pasa de padres a hijos. "Dende pequeno estiven moi relacionado con esta festa. Tanto o meu avó, coma o meu pai foron galanes. Tras a retirada deste último, tocoume a min. Xa levo uns anos danzando no San Roque", enuncia uno de los bailarines. Esta situación es común entre los miembros, ya que una de las características de este baile es que los danzantes son "prometidos" por sus familiares para continuar con la tradición. Este es el caso de Cesáreo Coya, el cual comenzó en la danza por una promesa de su abuela en 1980, y en la actualidad es el gaiteiro del grupo.

La tradición establece que mientras uno de los integrantes no pida ser relevado, no puede entrar nadie. Este hecho ocasiona que no sea muy frecuente el cambio de los miembros que participan en la danza.Este año se presentó como una excepción, al haber una baja que rapidamente se cubrio. Una de las cinco damas ascendió a galán, siendo su lugar ocupado por un nuevo joven de 9 años. "Estamos moi contentos de que a tradición prosiga. Para nós é moi importante. O noso obxetivo sempre é disfrutar", apuntó Cesáreo Coya.

El sonido de la gaita y la caja estuvieron presentes durante toda la jornada. La amenización de la procesión corrió a cargo de la foliada "Os do Serán". Las calles del Igrexario se recorrieron en sentido inverso para terminar la procesión en el Cruceiro, lugar donde a la altura de rectoral los danzantes, tras quitarse la chaqueta, interpretaron la contradanza mientras la imagen de San Roque se introduciá en el interior del templo.

Los actos se reanudaron por la tarde con una misa a las 18.00 horas, una nueva danza ascentral en honor al Santo tras su finalización y las tradicionales pujas, que en esta ocasión contaron con plantas, adornos florales,patatas o una pareja de gallos por 50 euros. Posteriormente, los vecinos y devotos ofrecieron a San Roque alimentos, animales o dinero.