Que debió ser para recuperarse del desastre de tiempo del viernes que San Martiño colgó ese cartel imaginario de no hay entradas en Moaña. Los romeros se acomodaron desde muy temprano en los furanchos, convertidos en refugios contra las inclemencias del mal tiempo donde se bebe bien y mejor se come. Atravesar la calle principal se convirtió pronto en una tarea complicada y era casi imposible encontrar después un lugar para asentar las posaderas. Que dicen que comer y beber de pie no sienta bien al romero que sube esforzado hasta el alto superando controles de Policía Local y Guardia Civil. San Martiño era un bullicio arcaico con las calles tomadas por gaiteiros, donde la cunca de vino costaba 2,50 euros y la tapa de pulpo estaba en los 20 euros. Pero tenían mucha salida los huevos fritos con pan de millo y lo de las castañas es un vicio. Comenta el furancheiro Jesús Valverde que es compró 300 kilos para la fiesta y que ya había vendido 200, cuando aún quedan dos días de fiesta. Tuvo aceptación la empanada y la tortilla, pero los productos de la matanza eran los más cotizados en unos furanchos con más lista de espera que la del Sergas para operarse. Y el vino era de buena cosecha este año. Valverde llevaba ayer mil litros vendidos ¡lástima de lo que se perdía en el trayecto de la barra a la mesa!

Y si el cuerpo no se contuvo ante tantos preciados manjares, la mente recuperó neuronas con la Velada cultura en la rectoral, en la que intervino el investigador local Manuel Uxío García, que habló de la Historia de Moaña desde el siglo I al XIII y finalizó con la actuación de grupos de cámara de la Escola de Música. Para aquellos interesados en el arte había también una visita guiada a la réplica del tímpano del siglo XII y a la exposición permanente sobre los 821 años transcurridos desde el nacimiento documentado de Moaña. El acto fue presentado por la directora de la Escola de Música, María Jesús Gutiérrez.