María y Rémy son una pareja que a pesar de vivir en Suiza no deja escapar un verano sin acercarse por las tierras del Morrazo. Y es que tienen raíces gallegas. Ella es natural de Vilanova de O Hío, pero como tanta otra gente, emigró a Suiza en busca de trabajo hace años. Fue entonces cuando conoció a Rémy, que a día de hoy es su esposo. "Así surgió el amor", explica. Asegura que se fue para mejorar su vida, pero que siempre regresan. "A mi marido le encantó cuando vinimos por primera vez, y por eso volvemos". Aunque ya conocen a ciegas toda la zona, siempre intentan descubrir nuevos lugares.

Llegaron el 14 de julio, se alojan en el hotel Jucamar y hoy se despiden de Cangas. "Todo lo bueno se acaba", lamentan. Pero no se irán sin antes pasar por el mercado para comprar unos regalos a sus familiares, como camisetas y "cosas que nos quedaron pendientes".

Ambos aseguran que las playas, la comida y todo lo que rodea la zona tiene algo especial que no se encuentra en otros lugares. Según Rémy Everhard, "los mejores platos, los que no se pueden dejar escapar, son la tortilla, el pulpo, el rape.. ¡No nos aburrimos porque hay de todo! Para la pareja, esto es lo que atrae al turismo y a ellos mismos. "Lo que más echo en falta sin duda es a mi familia porque mi tierra es mi tierra", apunta María. Es la morriña que les obliga a volver a ellos y a su hijo, cada año, y ya llevan 28 pisando Cangas. "Lo malo es que al llevar tanto tiempo sin venir a veces me siento extranjera en mi propia tierra", confiesa.