Han sido 25 años de matrimonio pero también de fidelidad absoluta al mundo del motor. La gran pasión de Rosa Martínez y de Antonio Rodríguez no podía faltar en la celebración de unas bodas de plata que acabaron teniendo el espíritu motero que ellos enarbolan en una ceremonia que no pasó desapercibida en la noche del sábado en Beluso. Y es que los compañeros del Moto Club Moteros do Morrazo organizaron un espectáculo con tintes moteros para que los homenajeados pudiesen renovar sus votos matrimoniales sin descuidar las dos ruedas.

Cerca de medio centenar de moteros acompañaron a Martínez y Rodríguez en un acto en el que la improvisada iglesia a cielo abierto fue el muelle de Beluso, el maestro de ceremonias fue su cuñado Geno Loira y la religión común fueron las motos. La pareja, que desconocía por completo lo que le esperaba en el puerto buenense, llegó alrededor de las 21.15 horas. Sus propios hijos ejercieron el necesario papel de ganchos para llevarlos hasta allí con los ojos vendados.

Nada podían imaginarse hasta que sus amigos del motoclub comenzaron a dar gas y los motores de las máquinas rugieron. Fue abrir los ojos y contemplar el altar, con sus compañeros sobre sus monturas haciendo pasillo hasta llegar a él. Sus propios hijos los llevaron hasta el mismo para cumplir el papel de padrinos. No faltaron ni siquiera los anillos ni las flores para darle entidad a una jornada que difícilmente podrán olvidar.

María José Martínez, a la sazón hermana de la homenajeada, fue la encargada de leer el texto que, a modo de sermón, hizo emocionar a la pareja y a más de uno de los invitados. "Esperamos que sigáis juntos otros 25 años más", deseó en voz alta. Y el término de la ceremonia respondió a los cánones más clásicos, con un nuevo pasillo de los invitados lanzando arroz y serpentinas a sus compañeros. Luego la fiesta continuó en un restaurante de la zona en el que reponer fuerzas y compartir experiencias.