"Eu nacín en Donón, pero cando tiña tres ou catro anos xa me vin a vivir para Pinténs cun tíos meus que non tiñan fillos e aquí quedei o resto da vida", repasa Esperanza, que se quedó viuda de su marido, Juan Portas, en 2004, y tiene dos hijos, Juan y Ramón, cinco nietos y nueve bisnietos, según el cómputo que realiza con la ayuda de sus descendientes, que no se cansan de insistir en que está "perfecta de saúde" y no padece ninguna enfermedad grave. "Bueno, tomo unha pastilla ao día, para a tensión, e vaime ben", apostilla ella mientras echa un vistazo al ejemplar de FARO que le trae uno de sus nietos. "Xa ves, léeo a diario e para as letras grandes non lle fan falta as gafas", recalca mientras Esperanza se fija en una noticia sobre la familia real española, aunque sin acabar de reconocer de qué personas se trata.

En Pinténs se siente muy a gusto, aunque Donón sigue siendo su otra casa. Allí vive aún su hermana Carmen, que lleva el mismo gen de la longevidad, pues ya ha cumplido 98 años, y recientemente falleció otra de sus hermanas, Amalia, con 99. Las otras dos que completaban el quinteto familiar, Aurora y Dolores, tuvieron una vida más breve. "A min non me doe nada e estou moi ben aquí. Cando veña, que veña, pero de momento non che teño ningunha presa por morrer", confiesa, y deja claro que no piensa renunciar al pacer de comer bien y de acompañarlo "con un vasiño de viño... ou dous". "Gústalle o espadeiro con albariño que temos na casa, e tamén o tinto", aclara una de las familiares que la rodean en la ceremonia, donde no faltaron las canciones de cumpleaños y la música y danza tradicionales, incluso algunos antiguos temas que Esperanza ha transmitido oralmente a sus descendientes para que no se pierdan.

Aunque el paso de los años y el trabajo en el campo han ido menguando su movilidad, algunos allegados también destacan su independencia y coquetería. "Levántase da cama pola mañá e anda áxil. Ela coloca a súa roupa nas perchas do armario, dá un paseo por aquí e mesmo sae da casa para ir á peluquería", que precisamente visitó días atrás, para estar "ben preparada" el día de su cumpleaños y de las festividades navideñas, así como del homenaje que le rindieron ayer sus vecinos. "Son boa xente e está moi ben esta festa que me fixeron hoxe aquí", reconoce, rodeada de decenas de invitados que colman el bajo de la casa familiar del Camiño da Xareira donde se celebra el evento, con excelentes vistas sobre la ría que baña las parroquias de Beluso, Aldán y O Hío desde Cabo Udra hasta Punta Couso. Muchos de los participantes son jóvenes que destacan la vitalidad y ganas de seguir a pie de cañón de Esperanza, esta mujer centenaria de la que esperan que le transmita el gen de la longevidad.