Fue una profesora del colegio quien se encontró al animal. Fue al entrar en el recinto y lo vio tirado, en la entrada al patio, sin poder remontar el vuelo. Quizás el gavilán perseguía una presa y pudo chocar contra alguna ventana. La profesora se apuró para ayudar al ave y con una chaqueta lo colocó, con delicadeza y con prudencia para que no le atacara, en una caja de cartón.

La presencia del gavilán revolucionó la jornada escolar y fue motivo para una gran clase práctica sobre la vida de estas aves rapaces, que se alimentan fundamentalmente de pájaros. Desde el colegio se alertó al centro de recuperación de aves de Cotorredondo desde donde se desplazaron dos agentes que se encargaron del animal, lo analizaron y compartieron información con los más pequeños que querían acercarse al ejemplar atraídos por la curiosidad de un ave al que la gran mayoría nunca había visto tan de cerca, aunque sin llegar a estresarle.

La clase también sirvió para que los más pequeños aprendieran sobre los pasos que hay que dar cuando se encuentran con un animal silvestre herido, recibieran información sobre el centro de recuperación de aves de Cotorredondo y también para que el equipo docente preparara nuevas actividades en torno a los gavilanes. Con los técnicos de Cotorredondo acordaron organizar unas charlas, bien en el colegio o que los alumnos fueran al centro, en el municipio de Marín, para conocer in situ las instalaciones y todos los cuidados que allí se prestan a los animales heridos hasta su curación para devolverlos a su hábitat natural, en libertad.

El alumnado del colegio de Abelendo, desde infantil hasta sexto de primaria no olvidará el día de ayer en el que un gavilán entró en sus aulas como uno más y con el que aprendieron una de sus mejores lecciones de respeto y cuidado de la naturaleza.

Por otra parte, los niños de 5º y 6º del colegio de Abelendo abrieron ayer las rutas por el río da Fraga, dentro del programa municipal Aprende Moaña.