"Es una propiedad privada, pero también parte de la historia colectiva que urge conservar", sostiene un vecino hondamente preocupado por el deterioro que sufren las instalaciones desde que lo dejaron sus últimos moradores, en el año 2009. Otras personas conocedoras de la situación, y que también piden al anonimato, creen que el interior del inmueble es objeto de expoliación desde hace años y que ya habrían desaparecido algunos muebles, lámparas, libros o documentos de interés para los investigadores, así como cuadros y objetos personales, suponen. "Hasta ahora no se ha hecho nada y debería catalogarse y buscar fórmulas para no perder lo poco que queda", reclaman.

Entre los motivos que justifican el actual abandono del pazo, las mismas personas refieren conflictos familiares entre herederos de la propiedad y deudas con el fisco derivadas del impuesto de sucesiones superiores al valor de tasación de estos bienes. Reconocen que se trata de "suposiciones fundadas" que la Administración, "ya sea el Concello, la Diputación, la Xunta o el Estado" debería contrastar y "tomar cartas en el asunto". "Lo que está claro es que no hay nadie que se encargue directamente de su custodia y mantenimiento; así las cosas están como están y seguro que irán a peor", lamentan.

Además del expolio de bienes de interés patrimonial, preocupa la falta de seguridad de las instalaciones, el deterioro de las puertas y ventanas de acceso, así como a la falta de vigilancia. Algunos testimonios apuntan que en el interior hay muestras de ocupación ocasional del pazo y que estaría sembrado de papeles y pertenencias personales que se deterioran por la humedad y falta de mantenimiento. "El Concello debería ser el primero en mover ficha para preservar lo que hay y evitar que estos hechos se repitan", refieren, en relación al robo de puertas interiores que hasta ahora se ha saldado con un detenido.

Última moradora

El pazo de Vista Alegre, una casa vinculada al linaje de los condes de Aldán, se quedó sin moradores el 12 de octubre de 2009 con la muerte de María de Mar Beriquistain Díaz, que fue encontrada muerta, por causas naturales, en el interior de la vivienda por una empleada de hogar. Era la viuda de Ramón Gil González de Careaga, que había heredado la propiedad del propio conde, Ramón Pérez de Armada, el pequeño de los tres hermanos de la saga. Ninguno dejó descendencia y la herencia pasó a los sobrinos de la consorte, de quienes dependería actualmente una propiedad que algunos sitúan "en un limbo que es preciso aclarar". Para ellos, el pazo de Vista Alegre es más que una casa solariega que ha ido cambiando de herederos, pues guarda buena parte de la historia de Aldán que no tuvo taquígrafos.