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El dique de A Congorza vuelve a abrigar

Finalizan las obras de un muelle centenario derribado por la ciclogénsis "Qumaira" en febrero de 2014

Muestra del espigón restaurado. // Santos Álvarez

Las barreras anticontaminación desaparecieron ya del mar, prueba de que las obras de reconstrucción del centenario dique de abrigo de A Congorza finalizaron. La nueva piedra se aprecia desde lejos, aunque la empresa consiguió mimetizarla en el paisaje. Esas barreras flotantes de color naranja ya fueron depositadas en tierra y ahora los obreros de Abenconsa trabajan en la parte que linda casi con el sendero que va desde Massó hasta Areamilla. Allí se cubre con piedra una zona plana, próxima al mar, que permite un acceso fácil al espigón de A Congorza, donde ayer ya batían las olas con fuerza. También quedan pocos indicios del camino perimetral que se tuvo que abrir para permitir que las máquinas llegaran hasta el final del espigón.

La recuperación del dique de A Congorza culmina la inversión que la Autoridad Portuaria de Vigo inició el pasado año con la mejora de la senda litoral de O Salgueirón, que se adjudicó por un importe de 251.000 euros. Se trataban de unas obras que se realizaban como paso previo a la cesión al Concello de Cangas, algo que no se produjo todavía. De esa época y de las promesas del que antes era presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo y ahora delegado de la Xunta en la ciudad olívica, Ignacio López Chaves, quedó pendiente la reparación de la zona del matadero de la conservera Massó, que el anterior gobierno había llegado a un acuerdo con el Puerto de Vigo para recuperar la zona con el fin de destinarla a Aula de Naturaleza. También es verdad que la rampa de varada de Massó se reconstruyó la zona de tierra, pero quedó pendiente la situada en el mar, como ayer se reconocía.

La recuperación del centenario dique de A Congorza supuso al Estado una inversión de 187.700 euros. Había sido destruido por la ciclogénisis Qumaira en febrero del pasado año. Este dique servía y sirve otra vez para el abrigo de pequeñas embarcaciones de bajura propiedad de marineros de Darbo, algunos de ellos ya jubilados. Una inversión que para algunos está justificada, sobre todo por la edad del espigón, y para otros no tanto, por el escaso servicio que presta. Aunque también hay que destacar que el mulle divide la zona de Costas del Estado de la de la Autoridad Portuaria de Vigo.

Los trabajos comenzaron en septiembre y todo hacía suponer que los cuatro meses serían insuficientes para hacer la obra, porque la dificultad de trabajar con las máquinas encima de los restos del espigón eran grande si llegaba un otoño con borrascas en listas de espera, como las tuvimos en años pasados. De hecho, estaba previsto que los trabajos comenzaran el verano. Pero no fue así. El otoño fue seco y temporales hubo más bien pocos, por lo que se pudieron acelerar los trabajos y terminar a tiempo.

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