La rehabilitación de la antigua salazón de Mourisca será una realidad en breve. Los propietarios de la fábrica, una de las mejor conservadas de todo el litoral gallego, estuvieron en los últimos días en Bueu para afrontar los últimos trámites y presentar la iniciativa a la última convocatoria de proyectos del Grupo de Acción Costeira (GAC) Ría de Pontevedra. La intención es que la mayor parte de la actuación esté concluida en el mes de septiembre y a partir de ese momento definir el proyecto museístico y las actividades que albergará este espacio privilegiado, situado al pie de una de las playas más visitadas del municipio. "Sería absurdo reconstruir un espacio como éste y que no lo enseñes. Queremos organizar visitas concertadas con grupos y colegios y buscar otro tipo de actos porque nos gustaría que fuese un punto relacionado con la vela tradicional", explican los propietarios.

La propiedad corresponde a Mauricio Sánchez-Bella y a Alicia Freire, dos arquitectos residentes en Madrid y "vinculados a Bueu afectivamente". Ellos son la Sociedad Fresalima y para optar a las subvenciones de la última convocatoria del GAC Ría de Pontevedra constituyeron con sede en Bueu la sociedad Salazón de Mourisca. La posibilidad de incluir este proyecto dentro de la última orden de ayudas del GAC fue propuesta a través de la Axencia de Desenvolvemento Local del Concello de Bueu, conscientes del potencial de esta antigua fábrica es una de las mejor conservadas, no sólo en el municipio sino en todo el litoral gallego, y que conserva "vestixios do ancestral sistema de pesca".

El consistorio concedió hace apenas un mes la licencia de obra para una actuación que rondará los 450.000 euros, un presupuesto que sería subvencionable por el GAC como máximo hasta un 60%. La última convocatoria de proyectos se cerró el día 31 y a lo largo de este mes de abril la junta directiva del GAC debe valorar y puntuar todas las iniciativas presentadas y luego enviarlas a la Consellería de Medio Rural e Mar, que es quien tiene la última palabra.

"En el fondo esto es una locura, una iniciativa en la que nos embarcamos por afinidad arquitectónica y porque vimos esta salazón como una joya", explican los dos propietarios, que reconocen sentir una especial predilección hacia la arquitectura industrial. La recuperación de este espacio se podría dividir en dos fases. La primera será la rehabilitación de lo que es propiamente la salazón, lo que implicará colocar una nueva cubierta, limpiar las dos hileras de once pilos y que están cubiertos de tierra, levantar y nivelar el suelo, colocar las prensas o machos, poner en condiciones los pozos... "Todo esto queremos tenerlo listo para el mes de septiembre. Lo que es la parte de la vivienda quedaría para una fase siguiente", apuntan Sánchez-Bella y Freire. Los arquitectos plantean incluso una posible tercera fase, que podría ser la recuperación de la rampa que da a la playa y el muro, aunque siempre vinculada a la obtención de los permisos necesarios. "Esta salazón es para nosotros el mejor ejemplo de la arquitectura industrial y popular: ubicada en el mejor sitio, en el más soleado y con la mejor orientación", argumentan.

La de Mourisca es prácticamente la única fábrica que permanece íntegramente en pie de la treintena de salazones que llegó a haber en Bueu, desde Loureiro hasta Beluso, y imaginar su recuperación hace apenas diez años era algo casi impensable. Sobre todo si se recuerda cuál fue el último "servicio" de este edificio antes de ser adquirido por sus actuales propietarios: "¡Era un chiringuito! Estaba en un entorno degradado y para nosotros era un proyecto ilusionante porque podía ayudar a mejorar los alrededores de la que es la mejor playa de toda la ría", sostiene Mauricio Sánchez-Bella. Lo primero que tuvieron que hacer fue talar los eucaliptos que había en el patio de la salazón y a continuación retirar todo el material acumulado durante años en las instalaciones. "Se llenaron veinte contenedores", recuerdan.

Proyecto museístico

El proyecto arquitectónico y de obra está más que claro, ahora queda definir el museístico. "Eso es algo en lo que no tenemos experiencia y una de las cosas que nos gustaría es hablar con el Museo Massó. Creemos que lo más interesante es organizar visitas guiadas y buscar usos que sirvan para revitalizar la playa y el entorno", argumentan. En el interior también está previsto instalar paneles interpretativos para explicar el proceso de la salazón y la importancia que tuvo esta industria en Galicia. Aunque en realidad "el propio edificio es ya una exposición en sí mismo", sentencian los dueños.