No era un pleno para que el alcalde pudiera lucirse, ni tan siquiera para ejercer solo de moderador, como en otros tantos hizo José Enrique Sotelo. Alternativa Canguesa de Esquerdas (ACE) había apretado el pie en el acelerador y se dispuso a cercar al gobierno con mociones como para que se aplicara la ley antitransfuguista edil socio del PP, Nardo Faro Lagoa o con la que trataba de poner en entredicho la ética profesional y política del edil de Urbanismo, Rafael Soliño. En el primer asunto puso al gobierno contra las cuerdas y en el segundo la tranquilidad de Soliño le permitió salir airoso del trámite. La moción del BNG sobre el centro de salud de O Hío, con los vecinos de nuevo luciendo pancartas, hizo sudar al gobierno, que fracasó en su intento de modificar la moción del BNG que pedía la construcción inmediata del centro de salud, proyecto y plazos. Todo ello en un pleno que sirvió de "despedida" de los concejales socialistas Martín Piñeiro y Toñi Queimaño, que ya no acudieron a la sesión en la que José Enrique Sotelo aprovechó para arremeter contra la única edil socialista que queda en la corporación, María José Vilas, a la que acusó de "edil trepa "cuando ella pidió que se aclarara la situación del concejal Nardo Faro Lagoa. En los bancos, algún candidato a ocupar las plazas vacantes socialistas.

ACE puso al descubierto que hay documentación en el Concello de Cangas para examinar si Nardo Faro Lagoa pertenece o no a Unión de Parroquias de Cangas. Pidió que se mostrara e incluso el BNG solicitó un informe a la secretaria municipal, máxime cuando en los dictámenes de la comisión al referirse al citado edil se le nombra como grupo mixto. Nardo Faro presentó papeles judiciales, pero nadie del gobierno aclaró, como pretendía Mariano Abalo, si la documentación entregada por registro, donde se afirma que el socio del PP ya no pertenece a UPAC, era falsa. Aquí reinó el silencio. Nardo se limitó a señalar que si Abalo quería la documentación que enarbolaba en su mano que fuera al juzgado. La secretaria no pronunció palabra y el alcalde dijo que era un intento desesperado de desestabilizar de Mariano Abalo, en lo que era especialista. Respecto a las acusaciones de llegar al poder incumpliendo su promesa electoral de no pactar con Sotelo, Nardo Faro otorga un 10 al alcalde y recomendó a Abalo que metiera un chicle bazoca en la boca. El líder de ACE le contestó con una magnífica alusión a Demóstenes.

Mejor parado quedó el concejal Rafael Soliño del "ataque" de ACE. Demostró que su cargo de edil de Urbanismo es compatible con su profesión de arquitecto técnico y puso ejemplos muy cercanos, como el de Bueu, donde el concejal de Urbanismo Martín Villanueva cobra media dedicación y trabaja profesionalmente en el municipio. Abalo quiso demostrar que no se trataba de un capricho, sino que darle a elegir entre una dedicación exclusiva o no trabajar en Cangas era la mejor forma de acallar rumores a los que se le pueden otorgar carta de naturaleza. Soliño no dudó en poner a disposición de todos los concejales toda la documentación de su departamento, que no iba a poner ningún tipo de problemas.

Centro de Salud de O Hío

El gobierno quedó enredado en el conflicto del centro de salud de O Hío. El BNG alertó sobre la oposición al "microconsultorio" que propone como alternativa el PP y animó a ir a Santiago a pedir el centro, recordando que la Xunta sí tenía dinero para construir 20 centros de salud en otros municipios gallegos.

La edil socialista Maise Vilas no dudó en acusar a Sotelo de mentir a los vecinos, mientras que Mariano Abalo comentó que no era por capricho que los vecinos de O Hío acudían al pleno con la pancarta, pidió la presencia de la conselleira de Sanidade en Cangas y se preguntó si el hecho de que la Xunta no construyera el centro de salud de O Hío se debía a un castigo al PP de Cangas, concretamente a Sotelo, o era para los vecinos de O Hío.

La concejala de Sanidade, Dolores Gallegos (PP) acusó a la oposición de hablar de venganzas y de enfrentar a las parroquias. Culpabilizó a la oposición del retraso en la cesión de los terrenos, lo que provocó risas y murmullos agitadores entre los miembros de BNG, ACE y PSOE y de gran parte del público. Quiso enmendar la moción del BNG. El PP aceptaba la petición de la construcción del centro de salud a la Xunta, pero añadía un punto para que se estableciera un convenio bilateral para remodelar la casa del médico y destinarla a consultorio. El BNG no aceptó y ACE y PSOE tampoco, así que la enmienda de sustitución se trató después al final del pleno como una moción del PP, donde la oposición "no entró en votación".