La sede central de NCG en Cangas era ayer por momentos lo más parecido a un búnker, aunque el medio centenar de afectados que permanecieron encerrados durante buena parte de la mañana preferían calificarla en sus cánticos como "a cova de Alí Babá". El encierro comenzó alrededor de las diez, cuando se cerró la puerta principal y para entrar casi hacía falta una contraseña. En el interior se reunieron aproximadamente medio centenar de vecinos, que esperaban la llegada de los representantes municipales de la corporación. Los primeros en llegar a las 11.30 horas fueron Xosé Manuel Pazos y Maruchi Álvarez y a los pocos minutos llegaron los representantes del resto de grupos políticos, con José Enrique Sotelo a la cabeza. Todos permanecieron en el interior de la oficina durante espacio de casi dos horas, un tiempo en el que hubo cánticos, pitidos, momentos de tensión y hasta de buen humor e ironía para intentar relajar el ambiente. "Non hai que preocuparse, estaremos encerrados pero non nós vai faltar pan", aseguraba uno de los encerrados dando un abrazo a Nardo Faro Lagoa, panadero de profesión.

La actividad en el interior de la oficina estuvo paralizada durante todo este tiempo y los afectados se limitaron a mantener bloqueada la entrada y a proferir cánticos como "non pode ser, non pode ser, nós a traballar e eles a roubar" o el consabido "aquí está a cova de Alí Babá". Aún así también hubo ciertos momentos de tensión, sobre todo a consecuencia de la decisión del banco de impedir la entrada a los medios gráficos para tomar imágenes del encierro. Los responsables de la oficina ordenaron a los empleados bajar las persianas para evitar que desde el exterior se pudiesen realizar fotografías o grabar imágenes aprovechando los escasos huecos que dejan los carteles y folletos de la plataforma. Eso encendió aún más los ánimos de los encerrados durante algunos momentos, que reaccionaron de inmediato. "Isto parece un búnker e que somos nós os ladróns", se quejaban algunos, que optaron por subir nuevamente las persianas.

En el lugar se personaron también agentes de la Guardia Civil, cuya presencia fue requerida por el propio banco, e identificaron a dos cámaras de televisión que habían grabado en el pasillo de entrada a la sucursal. Esto provocó que una delegación de los concejales, integrada por Pazos, Maruchi Álvarez, Merchi Giráldez y Héitor Mera, subiesen al despacho del director para solicitarle explicaciones y pedirle que no se denunciase a los profesionales. "Comprometeuse a facer as xestións necesarias para que o banco non presentase denuncia", manifestaron.

La conversación en los corrillos y con los representantes políticos era casi siempre la misma: la quita fijada el pasado viernes por el FROB o la necesidad de impulsar el sistema de arbitraje. "Dende as eleccións está paralizado, vai como un contagotas", se quejaban algunos de los afectados. Al final del encierro la petición de la Plataforma de Afectados era clara y contundente: "Isto da quita é un roubo, fai falla que a xente saia a rúa para que isto teña repercusión. O problema é que moitos dos afectados non están aquí e por iso facemos un chamamento para que se unan. Así foi como conseguimos a vía da arbitraxe e é a única maneira de solucionar isto", aseguraban los portavoces.