"Volvemos a casa sin dinero ni trabajo". Así expresaban ayer su estado de ánimo antes de viajar en autobús hacia Aveiro, su puerto base, algunos de los 15 tripulantes del arrastrero portugués "Calvao", que ardió en la tarde del pasado lunes mientras descargaba sus capturas de bacalao de Terranova –460 toneladas– en empresa Frigroríficos del Morrazo, en Cangas.

Tras el incendio, trece de los quince marineros fueron trasladados al muelle de reparaciones de Bouzas, en Vigo, donde estaba el "Santa Isabel", otro barco de la misma compañía armadora portuguesa, Antonio Conde Ltd. El vetusto arrastrero les sirvió de alojamiento porque sus tripulantes todavía embarcaban hoy y porque, según explicaron a este diario algunos de los marineros del "Calvao", no se les facilitó alojamiento en tierra.

Ayer a mediodía, comían en el barco y, contra la voluntad de su armador, atendieron a este diario y dieron cuenta de su situación y críticaron al propietario del buque.Así, explicaron que el empresario les adeuda dos o tres meses de salarios, según los casos, y que, incluso, ayer, les obligó a colaborar en la carga del "Santa Isabel".

"Estamos siempre en sus manos", señalaban Fernando Marques, Calos Silva y Jose Antonio Sousa. Relataron también que, al margen del salario a ingresar en sus cuentas mientras están en el mar –cuyo retraso mantiene sin ingresos a sus familias– tienen establecido un porcentaje por las capturas realizadas en cada marea que deberían percibir al llegar a puerto pero, aseguran, "siempre nos paga cuando vamos a empezar la siguiente marea y en dos cheques".

Según los marineros, la entrega del primer talón se produce justo antes de la partida hacia el mar y "siempre después de que cierren los bancos", lo que demora un día el cobro y, el segundo cheque, un mes después, lo que se traduce en que "para poder cobrar tenemos que seguir trabajando".

Ahora, anuncian, en cuanto lleguen a Aveiro tratarán de que la empresa les pague las cantidades que les adeuda –unos 4.000 euros por persona, según sus cálculos– y, a esperar que el "Calvao" sea reaparado para poder volver al mar lo que, no ocurrirá antes de dos meses y eso "si el armador decide reparar". El "Calvao" llegaba ayer por la tarde a Bouzas desde Cangas.

Los marineros que accedieron a hablar con este diario relataban también el cansancio acumulado, con pocas horas de sueño y el susto aún encima.

Habían llegado a Cangas el viernes y de inmediato partieron hacia Aveiro a pasar el fin de semana. En la madrugada del domingo al lunes regresaban a Cangas. A la hora de la cena del lunes, sobre las 19.30, su barco comenzaba a arder. No es la primera vez que el "Calvao" sufre un incendio, según los marineros, que datan el precedente en 1997.

El engrasador José Antonio Sousa, que descansaba mientras sus compañeros cenaban, fue quien detectó el fuego declarado en la cocina del barco Cuando fue a avisar, "lo tomaron a broma", recordaba ayer. Su intervención fue, posiblemente, la suerte de sus compañeros, porque "fue todo rapidísimo y en un par de minutos ya ardía todo y había mucho humo y a lo mejor no hubiera dado tiempo a que salieran todos", explicaba el hombre. Ninguno de sus compañeros sufrió daños aunque en los zapatos de algunos aún se percibían ayer restos del humo.

Uno de los más afectados por el fuego fue, sin embargo, Manuel Meciass, de 69 años y vigilante del barco en tierra. Su camarote está en la parte superior del buque, la afectada por el incendio. Ayer Manuel mostraba un reloj de oro chamuscado por el fuego, lo mismo que la cartera en la que guardaba el dinero que el armador le había entregado para hacer frente a algunos pagos y también "parte de dinero mío", que también ardió.