La Iglesia, al igual que la Consellería de Medio Rural, también tiene problemas con su particular banco de tierras, al menos en O Morrazo. Excepto raras excepciones, los feligreses de esta comarca no parecen entusiasmados con cultivar las fincas que en estado de abandono tiene la Iglesia en la comarca. Recientemente, según apunta el párroco de O Hío, de la Diócesis de Santiago acudieron a realizar un inventario de su patrimonio en las parroquias de Cangas, cuyo resultado es incierto.

Pero aunque parezca extraño, hay párrocos que anticiparon la fórmula del banco de tierras de la Xunta, y a un precio mucho más económico: gratis. Sin embargo, nadie se animó. El párroco de Darbo, José Duro, relata que hace diez años, aproximadamente, ofreció desde el púlpito de su iglesia, las tierras que tenía en propiedad la parroquia para que fueran cultivadas. Lo prefería a que estuvieran abandonadas, en mal estado y con riesgo evidente de incendio. Pero su clamor no tuvo resultados positivos. Otros párrocos, como Benito de la Iglesia, de Coiro, tuvieron mayor éxito, pero se resisten a hacerlo público. Un vecino de Cangas, Manuel Parcero, trabaja desde hace cuatro años dos hectáreas de terreno de la Iglesia, donde cultiva kiwis. Mientras, en O Hïo, el párroco Alfonso Fernández no consigue dar salida a esas pequeñas fincas que tiene la parroquia en Nerga, Donón. o Vilanova. Hay una máxima que la Iglesia mantiene: se puede arrendar, pero vender, nunca. Todos los párrocos la tienen bordada en su sotana este lema. También hay que señalar que en muchos casos, las tierras propiedad de la Iglesia, tanto en O Morrazo como en otros lugares de Galicia están ligadas a donaciones, por lo que habría que salir vivo de la selva burocrática para conseguir legalizar una venta ligada a una donación, tarea que se antoja harto complicada.

Cuentan que fue José Duro el primero que tuvo la idea de poner en manos de los feligreses, de una manera totalmente altruista, tierras de la Iglesia para que fueran trabajadas. En el púlpito había logrado otros éxitos, pero aquí confirma que fracasó estrepitosamente. "Propuse que las trabajaran, sin cobrar un duro, pero nadie las quiso. José Duro habla en concreto de dos fincas; una de 5.000 metros cuadrados y otra de 1.500 metros que están situadas en las inmediaciones de la Iglesia de Darbo. Hijo de labradores y gran entusiasta de todo lo relacionado con la agricultura, el párroco de Darbo no se desanimó ante la fría acogida de sus feligreses a su propuesta, al contrario, tiró del Diario Oficial de Galicia y se acogió a una subvención para plantar 250 castaños en la finca más grade. 50 árboles sufrieron el terror vandálico de unos desaprensivos y cuando los técnicos de la Xunta acudieron a comprobar si se habían cumplido las condiciones de la subvención, informaron en contra. José Duro trató de dar todas las explicaciones, les trató de explicar que los árboles que faltaban habían sido destrozados por unos gamberros, pero ni con esas. Se quedó sin subvención.

Tras comentar que la Iglesia no es partidaria de deshacerse de su patrimonio, por lo que prefiere siempre arrendar que vender, descubre casi sin querer que no hace mucho hubo un proyecto urbanístico para la denominada finca de Cabanelas, también propiedad de la parroquia, pero que se enfrió con el tiempo.

En Donón, el propietario de una plantación de viñas mantuvo conversaciones con el párroco de O Hío, Alfonso Fernández, para tratar de hacerse con una pequeña finca que está situada dentro de su plantación. Los papeles fueron y vinieron a Santiago, pero no hubo acuerdo alguno. Es el único caso que se conoce en O Hío en el que un feligrés mostrara interés por una propiedad de la Iglesia. El propio curra reconoce que la situación de la finca influía mucho. Del resto de las propiedades que tiene esta parroquia en Donón, Nerga o Vianova, nadie pregunta. El fruto de las viñas de la rectoral la ofrece a una persona a cambio de que las cuide, pero aún así le cuesta dinero: abonos, fertilizantes.

Los sacerdotes coinciden en señalar que hoy los jóvenes no quieren cultivar la tierra, que prefieren otras ocupaciones, de ahí que la agricultura desaparezca casi por completo de O Morrazo. La iniciativa de la Consellería de Medio Rural del Banco de Tierras tampoco tuvo éxito en O Morrazo. El minifundismo extremo que da en O Morrazo también influye en que los viñedos no sean tan atractivos como podría parecer.

En Moaña, las propiedades de la Iglesia tienen otros fines. La rectoral de San Martiño se reconvetirá en un centro de día en breve gracias a un convenio de colaboración con el Concello de Moaña.