Con el arranque de la primavera de 2013 el campo estradense acogió plantaciones de castaños y manzanos impulsadas por el proyecto europeo Comunidade de Espazos Rurais para unha Nova Economía Sostible (Cernes). Se sembraron entonces muchas ilusiones y, en algunos casos, el gusanillo de continuar apostando por nuevas alternativas para contrarrestar el abandono del rural y buscar en él nuevas oportunidades de futuro. Ni que decir tiene que los manzanos dieron sus frutos en el municipio, haciendo todavía más grande un sector que ya contaba con tradición en estas tierras. El de la castaña, aunque con un ciclo más lento, se dibuja como una alternativa de interés, en especial para aquellos que no tienen problema para avanzar sin prisa pero sin pausa.
"Son a largo plazo pero, en realidad, tampoco es tanto", explica un productor estradense. En su caso, los 50 castaños que plantó al abrigo del proyecto Cernes se ampliaron con posterioridad, llegando hoy a los 400 árboles. Aunque el tiempo que tardan en entrar en producción varía en función de la tipología de castaña -la apuesta local por las variedades autóctonas es decidida-, explican que lo habitual es que a los 10 años la plantación comience a dar frutos suficientes para ser rentable, si bien a partir de los cinco ya comienza a dar algunas "muestras".
"Los ves crecer muy lentamente pero sabes que cuando comiencen a producir, vas a tener producción todo el año", explica un productor, cuya apuesta por la castaña como alternativa productiva en el ámbito rural se cifra en una plantación de cuatro hectáreas de castaños de las variedades parede, rapada y raigona.
Aunque tarden una década en comenzar a ser rentables, las previsiones más conservadoras apuntan a que la comercialización de este fruto podría dar motivos suficientes para pensar en el castaño como opción para las fincas improductivas. Indican desde el sector que una hectárea de castaños puede generar en fase productiva alrededor de 3.000 kilos de fruto, con una media de entre 25 y 30 kilos de castañas por árbol. Cualquiera que haya comprado castañas alguna vez o que se fije en sus precios puede echar sus propias cuentas, aunque sean solo aproximadas.
"Yo tenía unos terrenos y valoré varias alternativas: olivos, nogal o avellanos, por ejemplo, pero me parcía costoso el modo de procesarlo", apunta otro productor estradense. Explica que, en su caso, pensó en qué había alrededor de su casa, qué había visto desde que era pequeño. Y encontró la respuesta en el castaño.
Quienes se animan en el campo estradense a apostar por esta producción indican que los castaños se pueden plantar en fincas agrícolas "porque se consideran árboles frutales".
