Mario Franco empezó a escribir en el 2004 con Terranova-Memorias dun neno mariñeiro, pieza autobiográfica que relata las vivencias de un niño en un buque de pesca durante la década de los cincuenta. Más tarde, publicó otras obras como A derradeira campaña do Capitán Samuel (2007) y A capela maldita (2008), que le hicieron ganar dos años consecutivos el Certame Avilés de Taramancos de Relatos de Aventura. También de tintes autobiográficos es A liberdade perigosa (2013), inspirada en su emigración en Venezuela. En el 2017, recibió el galardón San Martiño de Normalización da Asociación Cultural o Brado de A Estrada. Con el gallego siempre en sus líneas, hoy presenta A espada máxica, su nueva obra, en la Casa das Letras de A Estrada a las 20.30 horas.
-¿Cómo definiría A espada máxica ?
-Depende. Es fácil y difícil de definir. Es un libro más de los que he escrito, aunque el tema quizás sea inédito. Quise introducirme en la mitología gallega, en el gallego prehistórico. Cuenta con una serie de aspectos míticos y también reales, pero es una obra de ficción en su mayor grado.
-En sus libros suele haber muchos elementos autobiográficos, ¿es el caso de esta nueva pieza?
-Lo único de autobiográfico es que lo he escrito yo, aunque quizás si yo fuese el protagonista, haría lo mismo que él: iría a la aventura, trataría de conocer la tierra en la que vivo.
-El mar es un elemento importante en su literatura, ¿también lo es en A espada máxica ?
-Al final de la obra el mar significa algo que es complicado de explicar, hay que leer el libro para entenderlo. Aunque, en este caso, no tiene gran protagonismo, en el relato sí se habla del mar: por ejemplo, el protagonista Camal nace en las orillas del mar.
-¿Qué le ha llevado a hablar de leyendas y de la mitología que rodea la Galicia prerromana?
-He tenido que documentarme mucho, he leído muchos libros. El principal fue publicado hace bastantes años, en los treinta, y se llama Os Oestrimnios, os Saefes e a Ofiolatría en Galicia, de Florentino L. Cuevillas y Fermín Bouza Brey. Habla de los signos e inscripciones en rocas que hay por el bosque y que tienen forma de serpientes.
-Hace dos años le otorgaron el premio San Martiño de Normalización por toda una vida de compromiso con el idioma. ¿Escribe siempre en gallego?
-Siempre, siempre en gallego. Lo que pasa es que tengo algunas traducciones al castellano. Escribo en este idioma porque soy gallego y nací en Galicia. Le tengo cariño a mi tierra, eso es todo. Ando mucho por el mundo, pero al final, mi tierra es Galicia.
-Vivió en la ciudad de Santiago de Compostela y ahora vive en O Bede de Rubín (A Estrada). ¿Dónde cree que hay una mayor dinamización del idioma?
-El gallego nació como un idioma y ahora se está tratando de fomentar su uso, lo que me parece muy bien. Pienso que se habla más en el rural, el castellano prácticamente no se habla en las aldeas. El gallego se habla mucho, a mí no se me ocurre hablar en castellano en la aldea.
-Si tuviese que elegir uno de sus libros, ¿cuál sería?
-El primero, Terranova- Memorias dun neno mariñeiro. Se sitúa en el océano, en la pesca del bacalao en los años cincuenta. Me ha hecho recordar la época en la que navegaba en barcos, que era muy duro. Unas serán mejores y otras peores, pero yo escojo la primera que escribí, cuando tenía 72 años.
-Comenzó a escribir y publicar después de jubilado, ¿por qué no dio ese paso antes?
-Empecé cuando no tenía qué hacer. Antes tenía una familia grande a la que darle de comer y de la literatura no se vive... al menos yo no.
-¿Tiene en mente algún futuro relato del que nos pueda adelantar algo?
-Siempre hay partes de obras que uno empieza, que no acaba y que después retoma pero actualmente solo tengo ideas en mente, nada más. No tengo nada decidido y escribo cuando quiero. Pero la publicación tampoco depende de uno mismo.
